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LA REALIDAD SUPREMA que te conviene hacer en cada momento y en cada caso (a conve­ niencia de ellas), ¡sin pensar nunca en ellas! Eres la suma de todas ellas, pero ¡mucho más que ellas!, puesto que vives como un ente independiente, como una unidad en ti mismo, cuando en realidad estás constituido por cien billones de unidades más pequeñas... ¿Ves ahora que el todo, que eres tú, es siempre más que la suma de las partes, que son tus células? e) Billones de células y un individuo ¿No has observado nunca la fuerza intelectual superior que ge­ neran los humanos cuando se constituyen en equipo, en grupo, y cómo afloran de él ideas brillantes que no surgen de sus componen­ tes cuando están solos? ¡Es tan evidente! ¿No has meditado nunca sobre la frase de Jesús en la que nos asegura que cuando estemos reunidos dos o más en su nombre, Él estará en nosotros? O sea que ahora, tú y yo, ocupándonos de estos temas trascendentales, no somos dos, sino tres, ¡y qué tercero! ¿Te das cuenta? ¡Qué consecuencias se sacan de la meditación sobre estas cues­ tiones tan simples y elementales! Que, cuando una célula se desman­ da y desea vivir al margen de las otras rompiendo la armonía de este Universo pequeño que es el cuerpo humano, surge la enfermedad letal que llamamos cáncer. A la sociedad humana, a la Humanidad actual, que es como un organismo compuesto por la suma de unos seis mil quinientos millones de individuos, le pasa igual. Cuando desaparece la armonía relacional y un grupo humano desea medrar a su aire, a costa de los otros, surge el conflicto, la en­ fermedad social que se llama violencia, que genera guerras y muer­ te. Cuando la armonía amorosa, a cualquier nivel, desaparece, todo marcha mal, y si no se restablece pronto de nuevo, nada prospera, sino perece. Todo el Universo Infinito debe ser armónico, interde- pendiente, amoroso, para poder constituir un SER, que siempre será mayor que la suma de sus partes. NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790 563