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LA REALIDAD SUPREMA que a la entrada del templo de la ciencia está escrito sobre la puerta: necesitas tener fe . Es algo de lo que los científicos no pueden pres­ cindir. Lo que mantuvo inconmovible a K ep lere n medio de todas sus adversidades fue la fe; no fe en poder llegar finalmente a una síntesis aritmética de sus observaciones astronómicas, sino más bien una f e p ro fu n d a en la existencia d e un p lan defin ido detrás d e la creación entera. La ciencia como tal nunca puede realmente asumir el puesto de la religión (211-214). W. Pau li (1900-1958). En cuanto a brillantez intelectual, pro­ bablemente Wolfang Pau li no ha tenido parangón con ningún otro físico, ni de ésta, ni de épocas anteriores, (según Max Born , el genio de Pau li era incluso superior al de Einsteirí). En el pensamiento científico, característico de Occidente, el alma humana se vuelve ha­ cia fuera preguntándose el por qué de las cosas. ¿Por qué lo uno se refleja en lo múltiple, qué es lo que refleja y qué es lo reflejado, por qué no existe solamente lo uno? La mística, por el contrario, propia tanto de Oriente, como de Occidente, trata de experimentar la uni­ dad de las cosas, intentando penetrar más allá de lo múltiple, que es para ella solamente una ilusión. En el centro de su pensamiento filosófico, estaba el deseo de una comprensión unitaria del mundo, una unidad en la que estuvie­ se incorporada la tensión de los opuestos; por eso saludó a esa in­ terpretación de la teoría cuántica como la inauguración de un nuevo modo de pensar, que permitía expresar aquella unidad con mayor facilidad que hasta entonces. De la filosofía alquimista le había cauti­ vado el intento de hablar de los procesos materiales y psíquicos con un mismo lenguaje. Con relación a este orden unitario del cosmos, que no admite todavía una formulación racional, Pau li se muestra asimismo escép­ tico respecto de la opinión de Darwin, sumamente extendido en la biología moderna, según la cual la evolución de las especies sobre la tierra habría tenido lugar únicamente a causa de las leyes fisico­ químicas, a través de mutaciones sobrevenidas al azar y sus efectos consiguientes. Pau li considera este esquema excesivamente estre­ cho, y apunta la posibilidad de otras conexiones más generales, que ni pueden encajar en el esquema conceptual general de las estruc- NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790 551

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