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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS Tercera Fase: “¡Acumúlense las aguas en un solo conjunto y d é ­ je s e ver lo seco! ”. Cuando hace unos 4.700 millones de años el Pla­ neta se fue conformando con la colisión constante y progresiva de grandes meteoritos de minerales y metales del big-bang o de una Supernova, la fuerza gravitatoria, generando grandísimas temperatu­ ras, que aún prevalecen en su núcleo como comprobamos por los volcanes, que no son otra cosa que chimeneas del muy próximo a nosotros crisol central. Tales temperaturas dieron origen a una gran densificación de nubes que, cuando el ambiente se fue enfriando, descargaron su contenido, constituyéndose en auténticas cataratas de agua que cubrió el planeta entero. ¿Cómo lo dedujo el hagiógrafo, que ignoraba incluso la forma de la tierra, para él incuestionablemente plana? Pasado el tiempo, las fuerzas tectónicas (pertenecientes a la estructura o forma de la tierra) emergieron lo sólido en un solo continente, descrito como Pangea que, con el tiempo, se fue escindiendo en diversas placas, activa­ das por dichas fuerzas tectónicas, que siguen actuando muy activas, como comprobamos a veces con trágicos terremotos, hasta dar en los continentes actuales. Y ya situados en tierra firme, habría de ser para algo: “¡Produz­ c a la tierra vegetación! ”. ¿Nos hemos parado a pensar cómo pudo saber el hagiógrafo, que malamente dominaba la más rudimentaria escritura, que la primera vida que surgió del Planeta era vegetal? Pero mira por donde, sin tener idea de ello, nos sitúa en los umbra­ les del Precámbrico, hará unos cinco mil millones de años. Cuarta Fase: “¡Haya luceros en el firm am en to celeste, p a r a dis­ tinguir el d ía d e la n och e!”. ¡Prodigioso! Porque hasta esta fase el cielo estuvo cubierto de densas nubes que no hubiesen permitido a un supuesto e imaginario visitante, ver el Sol ni la Luna (aunque sí su claridad), ni las estrellas, tal como ocurre hoy en Venus. Cuando éra­ mos niños, nunca faltaba un gracioso que, en la catequesis, te salta­ ba: ¿Cómo iba a haber luz el primer día si el Sol y la Luna se hicieron el cuarto? Y tenía razón, porque el catequista no lo sabía explicar. ¡Cuántos coetáneos nuestros siguen pensando hoy lo mismo! Quinta Fase: “¡Bullan las agu as d e an im ales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra!”. ¡Otra sorpresa! ¡Inaudito! ¿Quién pudo 540 NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790

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