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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS Lo que no podemos hacer es afirmar y creer en un Dios con he­ churas humanas. ¡Es el antropomorfismo ! Son muchos los que siguen imaginando a Dios trabajando el barro en una cerámica laboriosa para hacer al hombre a su imagen y semejanza insuflando luego en sus narices el hálito de vida y su espíritu. Todas estas referencias caen bajo un denominador común que yo llamo herejía del literalis- mo. Con todo el respeto a las imágenes de Dios que nos ofreció el genial pincel de Miguel Ángel cuya maestría excepcional nos exhibe la Capilla Sixtina. No podemos seguir pintando a Dios, la Realidad Suprema, como un anciano venerable con barbas blancas, ni podemos seguir imaginándolo con su derecha y su izquierda (resulta que si colocó a su Hijo a su derecha, él quedó a la izquierda, que entonces era considerada de menor valor y dignidad), ni situándolo allá arriba, ni imaginando una forma de juicio con un tribunal compuesto por to­ dos aquellos que pueden emitir un juicio después de haber valorado todas las acciones del examinando cuya nota depende de lo que está en los libros donde se consignan todas las acciones humanas. La limpieza exigida por el antropomorfismo nos permitirá des­ cubrir el verdadero rostro de Dios. Sin dicha limpieza habría que pasar del Dios verdadero al dios falso. Si nos quedamos con el dios antropomorfo, estamos renunciando al verdadero Dios. La religión, en sí misma, debe ser como el dedo que apunta a la luna, no la propia luna, como muchos parecen creer al quedarse parados en la contemplación del dedo como referencia última de su dirección. Para llevar a cabo la limpieza mencionada, se requiere la elimi­ nación de los errores que la han enturbiado. La Divinidad es eso que habitualmente llamamos Dios: El primer error a eliminar consiste en considerar que la Divini­ dad es una persona concreta (¿el concepto bíblico de persona co­ incide con el nuestro?) y harto humana, muy lejana, eso sí, dotada de muchos poderes, con luenga barba blanca y ceño casi siempre fruncido. Padre (en sentido literal o patriarcal), Juez, Rey, y muchos más atributos aplicados al ser humano. Consecuencia: como nada se mueve ni se produce sin su permiso, es el responsable de todo lo que 486 NAT. GRACIA LV1 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790

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