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LA REALIDAD SUPREMA años. Y también nació algo dentro de lo cual nos movemos: el es­ pacio. Ya estaba la semilla cósmica con todos sus ingredientes y ferti­ lizantes potentísimos y entonces ocurrió esa gran explosión llamada big-bang. Dios quiso que su obra estuviera sometida a la evolución, al cambio, a lo novedoso, a la transformación. El Universo comenzó a crecer y a crecer. Desde entonces no ha dejado de crecer, por eso se dice que el Universo está en expansión. Es algo similar a un globo hinchándose. Desde el principio el Universo nació en movimiento. Y vio Dios que era bueno y sigue su Obra, como afirmó el mismo Jesús, trabajando incluso en sábado Qn 5 , 17). Lo ocurrido desde entonces ha sido una serie enorme de en­ cuentros significativos, de encuentros creativos que han dado lugar a realidades nuevas. Después, de los elementos esenciales, se formaron los átomos de Hidrógeno y de Helio, los más abundantes de todo el Universo. El Hidrógeno sería el combustible de las estrellas que estaban a punto de nacer en las galaxias. Y las estrellas comenzaron a brillar y a existir. Y, en su desgaste emitiendo luz, algunas murieron explotando. Pero esta muerte fue fecunda, pues en el gran calor producido se desataron los átomos, más pesados, como el Calcio, el Hierro o el Magnesio. Y así se formaron átomos diferentes que millones de años después serían usados en la construcción de la vida. Y Dios se alegró de esta nueva variedad ocurrida en el Universo. Transcurrieron unos 10.000 millones de años hasta que un día, dentro de la galaxia llamada la Via Láctea, una nube de polvo y gas se arremolinó creando el sistema solar. Y nació el Sol y también la Tierra. Y Dios sonrió ante este planeta que conocería tantas mara­ villas. Nuestro planeta nació caliente, pero poco a poco se fue enfrian­ do y cubriendo con una corteza. Y con el paso de millones de años se formaron los océanos y la tierra firme. Después, hace unos 3.500 millones de años, ocurrió una ver­ dadera obra maestra, un derroche de creatividad, algo inesperado NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790 537

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