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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS Una vez, cuando aún no existían ni los días ni los tiempos para ser medidos, ni lugar alguno para que Alguien lo utilizase como depósito de sus obras, dijo Dios: “¿Hágase!”. Y lo que no existía co­ menzó a existir. Y Dios creó una semilla muy pequeña en la cual se encontraba, como posibilidad de ser, todo lo que ha existido, todo lo que existe y existirá. Dios creó el Universo, y con él, el tiempo. Pero no se hallaba en su forma actual -que es muy comple­ jo, sino formado por partículas elementales- como los cuarks, los electrones, los neutrinos. De ellas se generarían otras partículas más complejas -como los protones o los neutrones-. Y de éstas, a su vez, otras estructuras más complejas, como los átomos. Pocos milisegundos después, esa fuerza ya se había dividido en las cuatro que existen actualmente y que son responsables de tantos fenómenos: la fuerza gravitatoria, con su capacidad de atraer masas; la fuerza electromagnética, creadora de atracciones y repul­ siones eléctricas; y otras dos fuerzas nucleares, una fuerte y una débil, responsables de los procesos que ocurren en los núcleos de los átomos. La Creación ya estaba puesta en marcha, únicamente formada por partículas elementales y por las cuatro fuerzas mencionadas. Pero Dios sabía que en ellas se encerraban grandes posibilidades, muchas formas diferentes de existir. Y vio que lo que había hecho era bueno. Desde el primer momento, Dios lo impregnó todo de creativi­ dad. Esta pequeña semilla cósmica apareció como un monumento a la inventiva, el ingenio, a las posibilidades de ser. Todo era muy ca­ liente y muy denso. Tanta energía -toda la energía que hoy existe en el Universo entero- estaba compactada en un espacio muy pequeño, menos que la cabeza de un alfiler. Todo provenía de un abismo de Inteligencia y Amor. Esta estructura tan pequeña era una obra maes­ tra. Y Dios la miró con cariño. Además de las partículas elementales y las cuatro fuerzas, co­ menzó también el tiempo. Su aparición marcaría el momento cero desde el cual comenzamos a contar la edad del Universo. Hoy los científicos dicen que eso ocurrió entre 15.000 y 20.000 millones de 536 NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790

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