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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS Ellos llegaron liberados de la idolatría de los conceptos e ima ginaciones intelectuales de Dios. Sabedores de que el escaso conte nido de los dogmas nos ofrecen la revelación en “recipientes con gelados” por concepciones filosóficas arcaicas a los que hay que agitar violentamente hasta transformarlos radicalmente para poder ser usados siglos después por nuevos destinatarios con mentalidad distinta a la existente cuado fueron archivados en el acervo eclesial. De no hacerlo así se convierten en letra muerte (2Co 3,6). Esta expresión feliz del Apóstol hace extensivo cuanto estamos diciendo incluso a la Sagrada Escritura. Hasta sus relatos más bellos, como las parábolas, las historias legendarizadas, las fábulas, los sím bolos o los signos reales o ficticios, los mitos nos enseñan el cam in o d e la religión o d e la revelación. Dichas parábolas, símbolos y mitos de los Libros Sagrados son como vidrieras iluminadas por la luz que hay detrás de ellas. La luz en sí no la podemos ver, únicamente podremos conocerla por su reflejo. Resplandece, por así decirlo, en esas vidrieras de las parábolas o de los mitos. La luz que en sí carece de estructura y que no se puede captar, en la vidriera adquiere color y estructura. Lo importante es que no tomemos esas vidrieras por la Realidad. No son más que el fulgor de ella en una determinada forma. Hemos de mirar detrás de las vidrieras. Las imágenes son metáforas, analogías y arquetipos cuya interpretación es necesario encontrar. Del mismo modo hay que tratar las imágenes y los símbo los de las Sagradas Escrituras. d ) Nuestros Libros Sagrados Las Sagradas Escrituras y la religión son el fruto de hondas expe riencias místicas; es tarea de la religión despertar a las personas a tal experiencia. La verdad de las religiones se oculta en el símbolo, en la imagen y en el mito, comparables a las vidrieras iluminadas por la “luz eterna”, que confieren a la luz estructura y color. Pero tenemos que aprender a interpretarla porque un entendimiento puramente histórico oscurece su auténtico significado. El contenido del mito siempre es la liberación o, como solemos decir, la salvación. Ésta se presenta en el ritual o en la liturgia como si se tratase de un drama. 530 NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790
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