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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS el poeta utiliza como transición (v.27-30}. todo depende del susten­ to que Él procura a cuanto ha hecho. Finalmente, termina el salmista con una exclamación de acción de gracias, mediante la cual el poeta se introduce en los pensamientos de Dios mismo. Habiendo consi­ derado sus obras aisladamente, evocando el sexto día de la creación, las encuentra muy buenas (Gn 1,31' desea que Dios sea glorificado eternamente y que siga experimentando placer en su contemplación: “Mira a la tierra y tiembla; toca a los montes y h um e a n ” (v, 32), en clara alusión a la teofanía del Sinaí (Ex 19, 16-18). La prohibición de hacer imágenes de Dios (Ex 3 ,4 ) presupone tanto su fabricación por parte del hombre como su peligrosidad. Y es que, por un lado, la religión necesita imágenes y palabras, porque sin ellas la fe no se puede comunicar y, por otro, corre el gran riesgo de materializarlas, llegando incluso a adorarlas. Imágenes y símbolos son caminos auténticos que conduce a la Realidad Última pero tam­ bién pueden convertirse en obstáculos35. Es evidente que la prohibición mosaica de hacer imágenes de Yahvé tiene su fundamento en la convicción profunda de la espi­ ritualidad de su Ser. Y esto no en el sentido de su consideración inmaterial o del Dios elevado más arriba de las cosas de aquí abajo, sino de un Dios del que el hombre difícilmente puede disponer te­ niendo en cuenta su carencia de figura y de representación. En la visión no se va más allá del brillo que hay bajo sus pies ni del borde de su manto. “Subió Moisés con Arón, N adab y Abíu y setenta an cian o s d e Is­ rael, y vieron a l Dios d e Israel. B ajo sus p ies h a b ía com o un p av im en ­ to d e baldosas d e zafiro, brillantes com o el mismo c ie lo ”(E x 24,9-10). “El a ñ o d e la muerte del rey Ozías vi a l Señor sen tado sobre su trono alto y sublime, y sus h a ld a s h en ch ían el templo. H ab ía an te él sera­ fines, qu e c a d a uno ten ía seis alas; con dos se cubrían el rostro, con dos se cu brían los pies, y con las otras dos volaban, y los unos a los otros se g ritaban y se respondían : ¡Santo, santo, santo, Yahvé Sebaot! ¡Está toda la tierra llena d e su g lo r ia ” (Is 6, lss). 35 A. OEPKE, ápokalypto , en TWzNTJU ¡ 573-577. 526 NAT. GRACIA LV1 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790

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