PS_NyG_2009v056n003p0481_0566
LA REALIDAD SUPREMA ma desde abajo hacia arriba, desde el vacío humano al Vacío Pleno , ahora lo haremos en dirección contraria, desde arriba hacia abajo. Como dijimos más arriba, la concepción ap o fá tica de lo Divi no, la que prescinde de las imágenes, nos resulta más atractiva y seductora. Al Vacío-Pleno llegamos más fácilmente sin ellas. Pero, junto a la afirmación anterior, notemos ahora que el Vacío-Pleno nos permite llegar a él únicamente cuando se nos acerca, cuando se aproxima a nosotros, cuando se nos hace, de alguna manera, perceptible. La primera manifestación de lo Divino, la S ingu laridad primera, cargada con la materia infinitamente concentrada, se con vierte en una imagen de Dios, aunque el hombre tardase millones de años en poder contemplarla. Y aquella S ingu laridad fue la causa original y originante de otros acercamientos del Vacío-Pleno al vacío terreno y humano. Este acercamiento nos es descrito poéticamente en el Sal 103 (104). Este salmo es la teofanía más bella que pueda imaginar nues tro cerebro. El Creador es presentado como un elegantísimo artesano que convierte en arte todo lo que toda. Una vez presentado en su ser: “Yahvé, mi Dios, revestido d e esplendor y m ajestad ” nos descri be los primeros cuadros artísticos de sus habilidosas manos (v. 1-2). En la primera estrofa narra poéticamente lo correspondiente a los dos primeros días de la creación: la aparición de la luz gracias a su palabra imperativa y el establecimiento del firmamento en orden a la separación de las aguas superiores, con toda su parafernalia, de las inferiores. Los versos 3 -5 los dedica a describir la obra del tercer día: los cimientos de la tierra y los muros de contención para que no se ex tienda más allá de los límites asignados. Viene después la obra de ornamentación (v. 10-14), sin repetir lo ya creado e introduciendo las variantes adecuadas para evitar la monotonía: los manantiales que dan vida a los montes, bebida a los animales, el frescor necesa rio para la tierra y las aves, la hierba para los animales. En la estrofa siguiente (v. 19-23), equivalente a lo realizado en el cuarto día de la creación, aparecen los astros como señales de los tiempos en los que trabajan los animales, unos cazando y otros tra bajando; la séptima estrofa, después de haber descrito las maravillas, se centra en las del océano, con una admiración ante sus obras que NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790 525
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz