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LA REALIDAD SUPREMA ble. Pero la terminología religiosa está condicionada a cada época y no es duradera. La experiencia en cambio es atemporal y sobrepasa toda diferenciación de tipo dogmático. Es la base común sobre la que se construyen las distintas religiones que concuerdan en la in­ e fa b ilid a d d e la R ealid ad Última 30. “Mil gracias derramando Pasó por estos sotos Con presura Y, yéndolos mirando Con sola su figura Vestidos los dejó de su hermosura (Cántico Espiritual de Juan de la Cruz) Al que creemos conveniente añadir su siguiente consideración: “Porque las criaturas, a h o r a terrenas, a h o ra celestiales, y todas las noticias e im ágenes distintas, naturales y sobrenaturales, qu e pu ed en c a e r en las p oten cia s d el alm a, p o r altas qu e sean ellas en esta vida, n inguna com paración ni p rop o rción tienen con el ser d e Dios ” (Su­ bida, III, 12,1). El empeño por expresar el misterio in efable d e la R ealidad Su­ p r em a mediante nuestros conceptos nos lleva inevitablemente a una im agen fa ls a d e Dios. Nos lo imaginamos como Aquel que puede su­ plir nuestras carencias; es el Dios “ta p a g u je r o s ; el Dios “a sp irin a”, el Ser que está en alguna parte y me ama, me consuela, me observa, me amonesta, me juzga cuando obra mal y me premia cuando soy bueno; controla mis acciones y es como el superhombre capaz de conceder la gracia o retirarla, de hacer vivir o enviar la muerte. Esta es la religiosidad que suele dominar en la mayoría de las religiones. El recurso a esta forma de pensamiento en las religiones es una idolatría peor que la adoración de los ídolos. Es la adoración e in- tangibilidad de conceptos e imágenes intelectuales de Dios. Captar la Realidad Última no se logra mediante elucubraciones intelectua­ les; sólo es posible en la experiencia de Dicha Realidad. Dios que carece de figura y de forma, puede experimentarse únicamente en 30 S. HAWKING, O.c., 232. NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790 521