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LA REALIDAD SUPREMA El significado de la expresión paulina sobre la venida del tiem­ po (Ga 4,4) nos ayuda a comprender otra frase del mismo Apóstol : ‘Todas estas cosas se convirtieron en ejemplo y fueron escritas para amonestarnos a nosotros, para quienes ha llegado “la p len itud de los tiempos” (ICo 10,11}, al que debe yuxtaponerse el de E f 1,10-11: “Nos dio a conocer el misterio de su voluntad conforme a su bene­ plácito, que se propuso realizar en él, en “la p len itud de los tiempos, recapitulando en Cristo todas las cosas, las del cielo y las de la tienda ”. La plenitud de los tiempos es vista desde su preparación, desde su culminación y desde su ordenación: pasado, presente y futuro28. El fin del tiempo o su plenitud inaugura la nueva creación. ¿Hu­ biera tenido algún inconveniente el apóstol Pablo en afirmar -d e ha­ berse visto situado en las mismas circunstancias culturales en las que nosotros vivimos- que el Hijo de Dios, en su aterrizaje en nuestra historia, Jesús de Nazaret, es el bib-bang cristiano o la Singularidad de densidad infinita a partir de cuya presencia ha nacido el mundo nuevo o la nueva humanidad? Hasta ahora los físicos han buscado inútilmente la unidad de lo grande y de lo pequeño, la coherencia de la relatividad general con la mecánica cuántica. En el big-bang cris­ tiano ha tenido lugar la unidad de las dos... Lo grande, el big-bang mismo, lleva a lo pequeño y esto vive, se desarrolla y actúa porque el gran Generador “insufla” fuerza y vida en lo pequeño. Es la ley fundamental de la vida cristiana: la negación de sí mismo y el llevar la cruz -p o r utilizar las mismas expresiones de Jesús- conduce a la VIDA. La vida entregada es la Vida encontrada. Debe destacarse la comunicación del Vacío-Pleno en el hombre por excelencia, en Jesús de Nazaret: “Porque plugo a Dios que en él habitase toda la p len itud ” (Col 1,19). La afirmación del Apóstol se refiere, teniendo en cuenta el pensamiento paulino -puesto que era Dios el que reconciliaba consigo al mundo, por medio de Cristo, no tomándole en cuenta sus pecados, y el que nos confió a nosotros el ministerio de la reconciliación (2Co 5,19): “porque conocéis el des­ interés de nuestro Señorjesucristo, que siendo rico se hizo pobre por 28 H. REEVES, La historia más bella del mundo. Los secretos de nuestros oríge­ nes , Barcelona, Anagrama, 2000, 36. NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790 519

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