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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS alienta y gobierna, aunque otorgándonos absoluta libertad en el des­ empeño de nuestros respectivos papeles. “En la ca sa d e mi P ad re h ay m uchas m o r ad a s ”, hay sitio para todos (fn 14,lss). e) Qué es Dios o La R ealidad Suprema Dios es la Suprema Sabiduría Divina. Es el título que hemos dado a esta obra. Los interrogantes que ella puede suscitar sobre el tiempo, el lugar, los medios de comunicación que ella podía tener para ubicarla y rodear su existencia únicamente estarían justificados imaginando que ella tuviese la forma de un dios antropomorfo. Pero digamos que esto es justamente lo que queremos evitar. La segunda definición que de él se ha dado afirma que Dios no es, que somos nosotros y nuestra mente, o que es una energía. La respuesta no es completa, porque Dios supera nuestra mente y nuestra razón, si es fuerza y energía. Pero también es más que eso: es Amor. Y el amor está por encima de todo lo que hemos afirmado. Otros le consideran como nuestro P ad re d el cielo que, adem ás, es Todopoderoso. Esta representación es cierta y buena, pero tiene un problema: la literalidad con que algunos la interpretan: uDios es P a ­ d re (ju ez) d el cielo (allá arriba, muy lejano a nosotros)”. Es el i(deus otiosus” en el que creían las religiones o un dios simplemente o un dios demasiado ocupado y lejano a los hombres como para pensar en sus preocupaciones y necesidades. Y, además, ¡lo ve todo! Entonces, habrá que meterse debajo de una piedra para que no sepa lo que hacemos. Efectivamente, Dios “lo ve todo”, pero no como censura, como el policía cuya mirada y visión es punitiva, sino como amor. Todo lo que nos pasa tiene siempre un sentido y contribuye a nuestro aprendizaje. Su poder es de amor y confianza. Dios nos mira amorosamente y se ocupa (que no se preocupa) de nosotros. No es un dios, “lejano”, no está “allá arriba, lejos de nosotros”. Está aquí, en todo lo que hacemos y tene­ mos, porque somos parte de él. Nos d an p e n a los qu e p ien san d e otro modo: viven asustados creyendo que Dios les va a “pillar en falta” en algún momento y les va a castigar severamente con las “penas del infierno”. Pues si esta 508 NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790

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