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LA REALIDAD SUPREMA llamamos Dios o Realidad Suprema, pero resaltando que, además, puede ser muchas cosas más , ya que estamos aludiendo a la Energía Potencial Absoluta. Además, continúo, las Leyes Esenciales que rigen el Universo, la creación o el cosmos, -como queramos llamarlo- son tan absoluta­ mente precisas, tan exactas, que en modo alguno pueden ser atribui­ das a la casualidad. Nos vemos obligados a contar con una Inteligen­ cia Todopoderosa , que indudablemente, según se aprecia a través de la Ciencia, va orientando su actual y permanente Creación hacia una Complejidad Máxima, que bien puede ser su propio reflejo. Y deseo que conste que en mi argot, como ya hemos dicho, significa nobleza o calidad. “Si no os hacéis como niños...”(Mt 18,3). En cuanto a la posibilidad de que existan otros universos para­ lelos “pluridimensionales”, no podemos manifestarnos de forma ab­ soluta. Manifestamos como posibilidad un recurso a la imaginación. Pues bien, imaginemos que en una sala están colocados 10 televi­ sores sintonizando con distintas cadenas. ¿Cómo es posible que las ondas que nos facilitan las distintas imágenes y los distintos sonidos no colisionen entre sí y se forme un caos televisivo? Pues porque cada emisora emite en distinta frecuencia o longitud de onda, con lo cual todos coexisten en el salón sin interferirse ni chocar entre ellas, ¿entendido? Desde Einstein, cualquiera que posea una mediana cultura cien­ tífica sabe que la materia no es más que energía potencial regulada por las cuatro leyes específicas, lo cual, traducido a lenguaje vulgar, significa que actuamos como entes energéticos reflejados en la pan­ talla de un gran televisor “material” que denominamos Universo, en el que se proyecta un drama pensado por el Gran Programador. ¿Y quién puede impedir a ese Portentoso Ser poseer otras “emisoras” en determinadas frecuencias o más dimensiones, cinco, seis, siete o las que sean, por las que emita programas distintos sin que se interfieran unos con otros? Cuando nos llegue a cada uno el final de nuestro papel en este actual drama cósmico, nuestra energía podrá ser utilizada, según sus méritos, para propiciar otro papel en distinto programa, aunque siempre a las órdenes del Genial Director que, indudablemente, nos NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790 507

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