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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS am a, p o r la sencilla razón qu e es amor. Es el Amor d e los am ores La canción aludida en esta expresión es el superlativo semítica para indicar El Amor Supremo. Cuanto existe de “amor” en nuestra tierra es derivación de él no merecer ser llamado así. Para mí, es evidente que somos, como cuerpo-materia eleva­ da a su más alta complejidad, la parte más noble de la Creación, y como espíritu, copartícipes evolutivos de la Mente Creadora de esa Creación, que no es más que La R ea lid ad Suprema qu e se da, por­ que crear es amar, darse; luego de ello se desprende que tú y yo y todos los demás, y toda “la Especie Humana”, destinada por la Causa Primera para asumir la alta función de herramienta relacional de su Espíritu en el grandioso ámbito de la Creación-Materia; somos una especie d e “em an a ción d e D ios”, somos dioses, en cierta medida. ¡Hombre! sí, digo en cierta m ed id a , por humildad, no sea que por soberbia nos convierta en modernos Luciferes, reincidiendo en este error una vez más: “Yo dije: “Sois dioses, todos vosotros sois hijos d el Altísimo ” (Sal 82,6). ¿No se nos reveló, nada menos que en la Biblia, que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios? El Salmo citado hace referencia a la creación. El Ente G en erador debe ser sinónimo de la S ingu laridad Gene­ ratriz , que fue definiéndose como fotones, electrones y otros cam­ pos energéticos dando lugar al surgimiento de Leyes Reguladoras de su comportamiento y al subsiguiente comienzo de la secuencia de complejidades reguladoras del material que compone el Universo. Las elementales potencialidades llegaron a la necesidad de re­ gularse para establecer un necesario orden, y surgieron las cuatro energías completas conocidas cuya combinación exactísimamente, milagrosamente, providencialmente perfecta, hizo que surgiera la materia, el átom o ; y esas cuatro energías los científicos las han llama­ d o gravitatoria, electrom agnética , nu clea rfu e r te y nu clea r débil. Las dos primeras nos resultan conocidas; las dos segundas conciernen al comportamiento de los átomos en lo grande y en lo pequeño. 500 NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790

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