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LA REALIDAD SUPREMA han impurificado, como las catástrofes, las enfermedades y desgra cias del tipo que sean, incluida la muerte, tienen su por qué y son positivas, redundan en nuestro bien. “Sabemos que Dios hace concu rrir todas las cosas para el bien de los que le aman, de los que según sus designios son llamados ”(Rm 8, 28), aunque a veces no podamos entenderlo. ¡Somos aún tan poco evolucionados, tan poca cosa! Es tamos seguros de ello como de lo que en nuestra visión estrecha de los acontecimientos llamamos muerte, que no es más que el inicio de la vida verdadera, a la que caminamos aunque sea con oscuridad y tropiezos15. Nuestro Dios, La Realidad Suprema , es el Gran Intuido, nunca Sabido. Cuando se nos acusa de ser ambiciosos tienen razón. Porque ambicionamos un premio tan grande que no lo hay mayor. Ambi cionamos la posesión de Dios, “su visión y filiación plena ” (Mt 5, 8. 9. 12. “Bienaventuranzas”). Él es la meta de nuestra existencia. Los únicos medios para evitar que la humanidad sucumba a su egolatría y estupidez son la generosidad amorosa y la cultura , cada vez más postergadas y solapadas en la sociedad actual por la invasión de ofertas placenteras por los perversos políticos manipulados, muchas veces sin enterarse, por sus amos, los sacerdotes de Mammón , que sólo viven para las cotizaciones de Wal Street y a los que, como a los necios nacionalistas de cualquier nacionalismo, la Humanidad les importa un rábano. ¡Generosidad y cultura! ¿Pueden caber metas más cristianas? A la Causa Primera , que llamamos Dios o la Realidad Suprema , no se le puede demostrar con teoremas , ni con ecuaciones, ni fórmu las. No se le puede demostrar con nada, a lo sumo sería el dios con minúscula en el que muchos siguen creyendo. ¿Razones? ¿Acaso el finito puede poseer el potencial preciso para definir lo Infinito. ¡Im posible!; no hay razones ni argumentos que lo permitan. A Dios no se le cree, se le siente. ¿Cómo se le siente? Pues a tra vés de la fe. “Yo me fío en la Causa Primera, porque la siento como el fundamento de mi ser, la amo y sé que me ama. Siento que me 15 W. JÁGER, O.c., 41. NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 481-566, ISSN: 0470-3790 499
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