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PABLO GARCÍA CASTILLO guir un camino recto, llevar una vida recta, se aplica siempre en un sentido moral o bien adquiere una connotación jurídica o legal, in cluso sapiencial o religiosa. La rectitud es ante todo el camino recto de la voluntad humana, que sigue el sendero trazado por el designio divino, tal como leemos en el denominado Cántico de Moisés en el D euteronom io : “Él es la Roca. Su obra es consum ada, pu es todos sus cam in os son justicia. Es Dios d e lealtad, no d e perfidia, es justo y recto ”9. Así caminó David, con justicia y rectitud de corazón, según confiesa Salomón, cuando Dios le permite que le pida lo que quiera y él contesta: “Tú has tenido g ran am o r a tu siervo David mi pad re, p o r q u e él h a c am in ad o en tu p resen cia con fid elid ad , con ju sticia y rectitud d e corazón con tigo’™. También leemos en uno de los textos sapienciales que “la Sabiduría a l justo, qu e hu ía d e la cólera d e su herm ano, le gu ió p o r cam in os rectos, le mostró el reino d e Dios y le d io el conocim ien to d e las cosas san tas”11 . Todos estos textos señalan la conexión entre rectitud y justicia, que muestra una visión moral y práctica del concepto. Asimismo observamos otros pasajes en los que la rectitud y la justicia se aproximan a la verdad. Así lo comprobamos en uno de los Salmos: “Ju sticia eterna es tu justicia, v erdad tu ley ”12. Isaías une también la justicia con la verdad, cuando dice: “Abrid las pu ertas y en trará una gente justa, qu e gu a rd a la v erdad ”13 y ésta es la senda que sigue San Pablo, que une indisolublemente la justicia y la ver dad, como puede comprobarse en numerosos textos. Por limitarnos a la Epístola a los efesios , recojamos tres pasajes. Así, tras aconsejarles que no vivan como los gentiles y que aprendan a despojarse del hombre viejo, les recuerda que la verdad de Jesús les ha enseñado “a ren ovar el espíritu d e vuestra mente y a revestiros del Hombre Nue vo, cre a d o según Dios, en la ju sticia y en la san tid ad d e la v erdad ”14. Y un poco más adelante les advierte que no se dejen engañar con 9 Dt 32, 4. 10 I R 3, 6. 11 Sb 10, 10. 12 Sal 118, 142. 13 Is26,2. 14 E f4, 23-24. 330 NAT. GRACIA LVI 2/mayo-agosto, 2009, 325-350, ISSN: 0470-3790
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