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SAN ANSELMO: LA VERDAD COMO RECTITUD DE LA MIRADA Hay, pues, una verdad suprema que coincide con la vida y la inteligencia soberana, pues en ella el ser, el vivir y el entender for man una unidad. Y esa verdad inmutable, superior al alma humana, es iluminada a la razón superior del hombre para que pueda conocer la sabiduría y la ciencia, juzgando lo temporal a la luz de lo eterno. Así lo muestra de forma sublime el texto de los Soliloquios , que se ha convertido en el paradigma de la concepción agustiniana de la verdad como iluminación de la mirada recta del alma, que vuelta a lo superior, percibe esta luz que la inunda. El largo texto agustiniano, basado en una brillante interpretación de la salida del prisionero de la caverna y su descubrimiento de la iluminación del propio sol, dice así: “R.-Es razonable tu interés. Pues te promete la razón, que habla contigo, mostrarte a Dios como se muestra el sol a los ojos. Porque las potencias del alma son como los ojos de la mente; y los axiomas de las ciencias se asemejan a los objetos, ilustrados por el sol para que puedan ser vistos, como la tierra y todo lo terreno. Y Dios es el sol que los baña con su luz. Yyo, la razón, soy para la mente como el rayo de la mirada para los ojos. No es lo mismo tener ojos que mirar, ni mirar que ver. Luego el alma necesita tres cosas: tener ojos, mirar, ver. El ojo del alma es la mente pura de toda mancha corporal, esto es, alejada y limpia del apetito de las cosas corruptibles... La razón es la mirada del alma; pero como no todo el que mira ve, la mirada buena y perfecta, seguida de la visión, se llama virtud, que es la recta y perfecta razón. Con todo, la misma mirada de los ojos ya sanos no puede volverse a la luz, si no permanecen las tres virtudes: la fe, haciéndole creer que en el objeto de su visión está la vida fe liz; la esperanza, confiando en que lo verá, si mira bien; la caridad, queriendo contemplarlo y gozar de él. A la mirada sigue la visión misma de Dios, que es el fin de la mirada no porque ésta cese ya, sino porque no hay nada más que mirar, y tal es la verdadera y perfecta virtud, la razón que llega a su fin , prem iada con la vida feliz. Y la visión es un acto intelectual que se verifica en el alma como resultado de la unión del entendimiento y del objeto conocido, lo mismo que para la visión ocular concurren el sentido y el objeto visible, y ninguno de ellos se puede eliminar, so pena de anularla ”51. 51 SAN AGUSTÍN, Soliloquios, I, 6. NAT. GRACIA LVI 2/mayo-agosto, 2009, 325-350, ISSN: 0470-3790 347
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