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SAN ANSELMO: LA VERDAD COMO RECTITUD DE LA MIRADA El arte de mirar en el interior del alma encuentra en ella la ima gen de la Verdad inconmutable que nos libra de la duda y nos hace descubrir que, incluso si dudamos, existimos, vivimos y entendemos y estas tres primeras verdades nos conducen al hallazgo de la Verdad de que provienen, como leemos en el texto sobre la Trinidad : “La mente... tiene certeza que... existe, vive y entiende... Mas como de la naturaleza de la mente se trata, apartemos de nuestra con sideración todos aquellos conocimientos que nos vienen del exterior por el conducto de los sentidos del cuerpo, y estudiemos con mayor diligencia el problema planteado, a saber: que todas las mentes se conocen a sí mismas con certidumbre absoluta... ¿quién duda que vive, recuerda, entiende, quiere, piensa, conoce y juzga?; puesto que, si duda, vive; si duda, recuerda su duda; si duda, entiende que duda y si duda, quiere estar cierto; si duda, piensa; si duda, sabe que no sabe; si duda, juzga que no conviene asentir temerariamente. Y aunque dude de todas las demás cosas, de éstasjamás debe dudar; porque, si no existiesen, sería imposible la duda ,48. Una trinidad de verdades, que halla su expresión suprema en La ciudad de D ios , en el conocido pasaje en que a la verdad del ser y del conocer se une la verdad del amor que da sentido a la vida humana y a la misma historia de la humanidad, pues el amor es el fundamento del vivir y la guía que orienta el conocimiento, como podemos leer en estas singulares palabras: “Indudablemente en nosotros hallamos una imagen de Dios, de la Trinidad, que, aunque no es igual, sino muy distinta de ella, y no eterna como ella... es, con todo, la más cercana a Dios, por natura leza, de todas las criaturas... Somos, conocemos que somos y amamos este ser y este conocer. Y en estas tres verdades no nos turba falsedad ni verosimilitud alguna... En estas verdades me dan de lado todos los argumentos de los Académicos que dicen: ¿Y si te engañas? Pues si me engaño, existo. El que no existe no puede engañarse y, por eso, si me engaño, existo. Luego, si existo, si me engaño, ¿cómo me engaño de que existo, cuando es cierto que existo si me engaño? Aunque me engañe, soyyo el que me engaño y, por tanto, en cuanto conozco que existo no me engaño. Síguese también que, en cuanto conozco que me 48 SAN AGUSTÍN, La Trinidad , X, cap. X, 13-14. NAT. GRACIA LVI 2/mayo-agosto, 2009, 325-350, ISSN: 0470-3790 345
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