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LA PREDICACIÓN DE SAN LORENZO DE BRINDIS SOBRE SAN FRANCISCO DE ASÍS naturaleza humana no sólo en cuanto al ser natural, sino también en lo sobrenatural de la gracia y de la gloria. Pero Francisco fue semejante a Cristo de una manera especial. [Hay ejemplos en la S. Escritura]. David, entre muchos hijos, tuvo uno de Abigail la carmeliana, que fue muy semejante a él, por lo que fue llamado Kilab = semejante al padre (25 3 , 3 ), el cual en Paralipómenos se llama Daniel , e. d. Juicio de Dios QCro 3 , 1)- A fin que no se le creyera hijo de Nabal, de quien Abigail había sido esposa, fue hecho por juicio divino semejantísimo a su padre David. Se dice también en el Génesis que Adán tenía 130 años, cuando engendró un hijo a su semejanza, según su imagen, a quien puso po r nombre Set (Gn 5 , 3 ), el cual fue su tercer hijo, que le nació en lugar de Abel, asesinado por el perverso Caín (cf. Gn 4,8). Así Cristo, entre muchos santos, quiso tener uno semejante a Él en el grado máximo, el cual sería como otro crucificado , como la luna es a modo de otro sol en el cielo. [Otras semejanzas bíblicas del amor de Cristo a Francisco]. Como Jonatán, el hijo del rey Saúl y príncipe de todo el reino israelítico, habiendo visto que David , en lucha singular y en duelo admirable, había matado al gigante Goliat, aquel procer y soberbio filisteo, temible para todo el ejército de Israel, lo amó con gran afecto del corazón y, en señal de su amor, le dio sus vestidos y armas , como se lee en el libro primero de Samuel: Jonatán se encariñó con David; lo quiso como a sí mismo... Jonatán y David hicieron un pacto, pues Jonatán lo am aba como a sí mismo... Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a David, su vestido y también su espada, su arco y su cinturón OS 18,1-4). ¡Grande fuerza la del amor! Si hubiera podido darle el corazón y el alma, cier­ tamente se los habría dado, hasta tal punto lo amó por el gran valor y por la fuerza admirable que en él reconoció. Así Cristo, Unigénito del sumo Rey de los cielos e Hijo del Emperador y Monarca de todo el universo, habiendo visto en Francisco la fuerza prodigiosa con que venció al mundo, lo amó sobremanera y lo hizo lo más semejante a Él. Grande y formidable gigante es este mundo, enemigo de Dios, mundo que yace todo entero en poder del Maligno (IJn 5, 1 9); gigante terrorífi­ co, ante el que todos temen y se asustan; es como Anteo, aquel gigante hijo de la tierra, al que apenas pudo vencer Hércules, porque, una vez NAT. GRACIA LVI 2/mayo-agosto, 2009, 273-300, ISSN: 0470-3790 275

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