PS_NyG_2009v056n002p0273_03000410
BERNARDINO DE ARMELLADA Francisco entendió aquello del Salmo: ¿Quién com o Yahveh, nuestro Dios, qu e se sienta en las alturas, y se a b a ja p a r a ver los cielos y la tierra? El levan ta d el polvo a l desvalido, d el estiércol h a c e subir a l p obre, p a r a sen tarle con los príncipes, etc. {Sal 113,5-8). Por eso quiso ser pobrísimo y hum ildísim o hasta el extremo, y así fue constituido entre los príncipes, etc. G edeón , constituido por Dios jefe de soldados, emperador del ejército de Israel, al ir a la guerra contra los madianitas, excluyó a los medrosos, a todos los sedientos. Así Francisco quiso seguidores fuertes en espíritu y pobres en espíritu. Cristo lo selló, lo mismo que sobre el palacio del príncipe o sobre su ciudad se ponen los títulos e insignias gentilicias del príncipe, lo mismo que Faraón en señal de predilección concedió a Jo s é el anillo y la carroza reales, lo que le constituía gran príncipe sobre el universal y gran reino de Egipto (cf. Gn 41,37-45). Y como Asuero, queriendo honrar a M ardoqueo lo engalanó con ves tidos reales y quiso enaltecerlo con honores de rey (cf. Est 6, 8-11), como Jonatán dio a D avid sus propios vestidos por haber derribado al gran gigante enemigo de su padre y del pueblo (1S 18,1-4), así obra Cristo con Francisco, porque venció al mundo, venció la sensualidad de su carne, venció al diablo. Todos los elegidos de Dios están señala dos espiritualmente con el signo d el C rucificado , pero Francisco lo está también corporalmente, para que fuera manifiesto al universo mundo que él era un elegido de Dios. Cuando un príncipe tiene un hijo natural pero desconocido, que riendo manifestar al mundo que ese tal es hijo suyo, le da los distinti vos reales. Así Dios, el mismo Cristo, quiso declarar que Francisco era su especial hermano y coheredero. Como en la ciudad metropolitana se suelen marcar con el signo d el p rín cip e las pesas y medidas en señal de justicia, para que las mismas sean (consideradas) medidas y pesas justas, así Dios señaló a Francisco como regla justa de costumbres, para que cualquiera que deseara imitarlo esté cierto de que no puede errar ni equivocarse en lo más mínimo, si lo imita debidamente. 300 NAT. GRACIA LVI 2/mayo-agosto, 2009, 273-300, ISSN: 0470-3790
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz