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LA PREDICACIÓN DE SAN LORENZO DE BRINDIS SOBRE SAN FRANCISCO DE ASÍS sor con Daniel , Asuero con Mardoqueo\ así Dios con Abrahán, con Moisés , con Daniel. OTRO FRAGMENTO Tomad mi yugo sobre vosotros y aprenden de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,29). Se alaba en las Escrituras de modo especial a Moisés por la humildad y la mansedumbre (cf. Nm 12,3), porque aunque ante Dios y ante los hombres era máximo, sin em­ bargo se veía a sí mismo como un nada; pues resplandeciendo su faz en el consorcio divino con fulgor máximo como la luna llena, sin embargo él lo ignoraba. Así esconde Dios a los Santos la excelencia de la santidad. El Santo de los Santos se cubría con un velo para que no fuera visto. En el Evangelio de hoy se trata de la elección y predestinación de los Santos: Así, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito ; sobre el misterio de la vocación: Venid a m í todos los que estáisfatigados , etc.; del mis­ terio de la justificación y santificación: Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, etc.; finalmente, del misterio de la glorificación: halla­ réis descansopara vuestras almas (Mt 11,28-30). Estos son los misterios de los que Pablo dice: Pues Dios a los que de antemano conoció, tam­ bién lospredestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera Él elprimogénito entre muchos hermanos;y a los quepredestinó, a ésos también los llamó (Rm 8,29-30), etc. El Bienaventurado Francisco fue predestinado por Dios, llama­ do, justificado y finalmente glorificado en el cielo. Predestinado para que fuera imitador especialísimo de Cristo, hombre hasta el extremo semejante a Cristo, hijo de Dios y hermano de Cristo; para que fuera patriarca y guía de un gran ejército de elegidos de Dios, como otro Gedeón , que al ir a la batalla eligió a pocos por el mandato de Dios, a los miedosos los licenció y a los que tenían ganas de luchar, los llevó consigo a la batalla con cuernos y cántaros en los que escondían antor­ chas (cf. fe 7,3-8)- Así Francisco, jefe del supremo Emperador, Cristo, escogió soldados fuertes en la fe contra el diablo y sus ángeles, que no tuvieran sed de lo temporal, que mortificaran su carne. NAT. GRACIA LVI 2/mayo-agosto, 2009, 273-300, ISSN: 0470-3790 299

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