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LA PREDICACIÓN DE SAN LORENZO DE BRINDIS SOBRE SAN FRANCISCO DE ASÍS por los Ángeles al seno de Abrahán, al lugar de la perpetua conso­ lación, así, muerto el Bienaventurado Francisco, su espíritu santísimo fue llevado por los Ángeles del paraíso al seno de Dios Padre celestial, que es Padre de las almas y Dios d e toda con solación ( 2Co 1,3), para que juntamente con los espíritus bienaventurados también él alabara perpetuamente a Dios: / B ienaventurados los qu e habitan en tu casa, Señorf Te a la b a rán p o r los siglos d e los siglos (Sal 84,5). [Con esta con­ vicción], próximo a la muerte decía el bienaventurado Padre: Saca m i alm a d el en cierro p a r a qu e a la b e tu nom bre; m e esperan los justos hasta qu e m e prem ies (Sal 142,8), donde en hebreo se dice: ¡Saca mi alm a d e la clausura, o de la cárcel, y d a ré g racia s a tu nom bre! En torno a m í los justos harán corro, p o r tu fa v o r p a r a conm igo (o en m í o a cau sa m ía serán coron ados los justos, cu an do m e prem ies). Este mundo era para Francisco como una cárcel, por lo que deseaba la muerte por la que saldría de este mundo, parecido al que, detenido mucho tiempo en la cárcel, desea naturalmente en gran manera la li­ bertad, o como el ave desea salir de la jaula y de la pajarera para volar por los aires: Deseo disolverm e y estar con Cristo (.Flp 1,23). Y aunque el cuerpo fuera como templo sagrado del Espíritu Santo, cuya puerta era la llaga del costado, y los estigmas de las manos y los pies como las ventanas de este templo, sin embargo a su espíritu le parecía una cárcel tenebrosa y oscura: Saca m i alm a d e la cá rcel p a r a qu e a la b e con los santos Ángeles y bienaventurados tu nom bre : pues m e esperan losjustos y todos los santos en el cielo; y los santos religiosos de mi Or­ den se harán de mí una corona de honor y de gloria, pues se gloriarán de tener un tal y tan grande Padre y Patriarca, cuando tú me des tanta gloria en la tierra y en el cielo, en el mundo y en el paraíso. II. Venid a m í todos los qu e estáisfa tig a d o s y cansados, y y o os a li­ viaré. Tom ad m i yugo sobre vosotros y ap ren d ed d e mí\ etc. (Mt 11,28- 29). Lo mismo que al santo Enoc por el mérito de su virtud, Dios, sin que interviniera la muerte, lo tomó de este mundo para una vida mejor y más bienaventurada, porque se dedicó a Dios totalmente según su nombre y caminó con Dios por el camino de la justicia y santidad y NAT. GRACIA LVI 2/mayo-agosto, 2009, 273-300, ISSN: 0470-3790 295

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