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BERNARDINO DE ARMELLADA la carne; ya está muerto según el cuerpo; pero según el espíritu está vivo. Y el espíritu no se lo diste tú, no lo concebiste ni lo modelaste o formaste o educaste tú, sino yo. La predestinación, elección, vocación, justificación, santificación y perfección de todas las virtudes divinas no son obra de la naturaleza, sino de la gracia celestial. Y Francisco fue predestinado, elegido, justificado, santificado, magnificado, hecho en la más perfecta manera semejante a Dios y a Cristo en la vida y en las virtudes; por tanto, no es terreno, sino hombre celestial, no hijo de la naturaleza, sino de la gracia según el hombre interior. ¿No ves lo se mejante que es Francisco a Cristo? ¿Quién puede negar ante tal y tan grande semejanza y el mutuo y recíproco amor que Francisco es para Cristo hermano carísimo? Lo mismo que Benjamín fue el hermano más querido de José, Príncipe de Egipto, aunque por nacimiento era el más pequeño de todos los hermanos, sin embargo recibió de él mayores dones que todos los hermanos, pues a los otros hermanos José dio a cada uno dos mudas de ropa, pero a Benjamín le dio cinco mudas y además trescientas monedas de plata, y en el convite dio una parte a cada uno de los hermanos, pero a Benjamín se la dio mucho mayor, de modo que en cinco partes excedía a las partes singulares de los otros, y sólo en el saco de Benjamín mandó que se pusiera un copa de plata en señal de amor singularísimo, porque era el hermano más querido, nacido del mismo padre y de la misma madre (cf. Gn 45,22; 43,34; 44,2). Así, digo, Cristo dio a Francisco en señal de especialísima dilección las cinco llagas de su cuerpo, signos de nuestra redención, y una gracia y caridad mucho más abundante. ¿Cómo puedes decir que Cristo el unigénito Hijo de Dios no es hijo mío? Si pues Cristo es mi verdadero hijo y Francisco es hermano en todo semejante y queridísi mo de Cristo, luego es hijo mío. Por tanto, que el Señor juzgue entre nosotras, ya que es juez de verdad y de justicia. Por tanto, el hijo ha sido dado a la Jerusalén celeste como a la verdadera madre. Así hoy, la Jerusalén celestial al recibir y abrazar el espíritu de Francisco, acompañada de una gran multitud de Ángeles lo llevó con sigo al cielo, a las delicias eternas del paraíso, a la gloria del reino ce lestial. Pues lo mismo que aquel mendigo Lázaro, al morir, fue llevado 294 NAT. GRACIA LV1 2/mayo-agosto, 2009, 273-300, ISSN: 0470-3790
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