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LA PREDICACIÓN DE SAN LORENZO DE BRINDIS SOBRE SAN FRANCISCO DE ASÍS creer, esperar y actuar, para que por ellas sepamos que Francisco as­ cendió al cielo, porque creyó los misterios, esperó las promesas, ob­ servó los preceptos. Muchos misterios para creer se ofrecen en el Evangelio de hoy: que Dios es Padre de Cristo de modo singular, porque solo Cristo es Hijo natural de Dios; que es Señor de todas las cosas porque de todas es moderador y creador; que los juicios de Dios son incomprensibles: Escondiste estas cosas a los sabiosy prudentes (Mt 11, 25); ¡Oh profun­ didad de las riquezas de la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Cuán incom­ prensibles, etc. ( Rm 11, 33); que Cristo ha sido constituido Señor de todas las cosas por el Padre: Todas las cosas me han sido dadaspor mi Padre ( Mt 11,27); Se me ba dado todapotestad en el cielo y en la tierra C Mt 18,28); Todo lo has sometido bajo suspies ( Sal 8,8); que la persona de Cristo es incomprensible: Nadie conoce al Hijo sino el Padre , como es incomprensible la naturaleza de Dios, y nadie conoce al Padre sino el Hijo , conocimiento ciertamente de comprensión; que Cristo es el revelador de los misterios de Dios: A quien quisiere revelarlos el Hijo ; que Cristo es manso y humilde de corazón, es decir todo santo, pia­ doso, benigno; que la ley evangélica no sólo es posible, sino que tam­ bién es fácil y suave: M i yugo es suavey mi carga ligera. Hay promesas en este Evangelio - Yo os aliviaré... y encontraréis reposopara vuestras almas - promesas que no son pequeñas, sino que contienen una doble consolación: en el presente y en el futuro, un doble paraíso: ¡Cuán grande es, Señor, la multitud de tu dulzura que escondiste! (.Sal 31,20); Les daré un maná escondido (Ap 2,17); Daré a comer del árbol de la vida, que está en elparaíso de Dios ( Ap 2, 7). Finalmente, hay preceptos: Venid a m í todos... tomad mi yugo sobre vosotros... aprended de mí, que soy manso. Estos preceptos los observó Francisco, porque abandonó el mundo por Cristo, tomó el yugo de Cristo, aprendió las virtudes de Cristo hecho perfecto imitador de Cristo, para hacerse a través de todas las cosas semejante a Cristo en santidad y en virtudes. Pues Francisco, habiéndose entregado con entusiasmo a esta divina filosofía y ciencia: Aprended de m í que manso y humilde corazón , de manera que promovido al ápice supremo de la perfección cristiana se hizo lo más semejante a Cristo en todo género de virtudes divinas, mereció ser hecho, también en la figura exterior NAT. GRACIA LVI 2/mayo-agosto, 2009, 273-300, ISSN: 0470-3790 291

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