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BERNARDINO DE ARMELLADA no por la infinita crueldad de los judíos, sino por la infinita caridad de Dios. IV. Adm irable es Dios en sus santos C Sal 68,36): porque si admi­ rables son las obras de la naturaleza, mucho más admirables son las obras de la gracia; si admirable es Dios en la creación del mundo, mucho más admirable es en la recreación y constitución del mundo místico de la Iglesia sacrosanta. Admirable... en sus santos, en su pre­ destinación y elección, en la creación y vocación, mientras los llama y conduce al ser de la naturaleza y al ser de la gracia. Admirable en la justificación y santificación, mientras da la gracia que deifica a los hombres y los hace partícipes de la naturaleza divina; pero no sola­ mente la da, sino que la aumenta más y más cada día. Admirable es, finalmente, en el engrandecimiento y la glorificación, tanto en la Igle­ sia militante como en la triunfante, pues Dios engrandece a sus santos tanto vivos como muertos, lo mismo que magnificó a Abrahán, Isaac, Jacob, José, Moisés, Josué, David, Elias, Eliseo, Daniel, Pedro y todos los Apóstoles y sus discípulos. Pero adm irable sobremanera es Dios en Francisco, a quien com­ pete de modo singular el nombre de santidad, en cuanto que especial­ mente fue hecho a imagen y semejanza de Cristo. ‘Santo’ en las Divi­ nas Escrituras e igual que limpio y puro de toda mancha: Pues no nos llamó Dios a la impureza , sino a la san tidad (ITs 4,7). De otro modo, vuestros hijos serían impuros, mas ah o ra son santos OCo 7,14), dice Pablo. Santo en griego se dice agios , como sin tierra , pues es de la tierra de donde sale toda inmundicia. Así, alma santa es la que es pura de todos los pensamientos terrenos; pues amando los bienes terrenos el alma se mancha con la soberbia, avaricia, lujuria, en los bienes hon­ rosos, útiles y placenteros. Francisco, sin embargo, apartó de sí todas estas cosas por medio de los votos de obediencia, pobreza y castidad, llevando una vida en voluntaria humildad, mendicidad y penitencia aspérrima. En latín ‘santo’ quiere decir algo así como ‘hecho inviolable’ (sancitus), confirmado; pues santo es el que se halla confirmado en la fe, la esperanza y la caridad, de modo que pueda decir con el Após­ tol: ¿Quién... nos separará d e la c a rid a d d e Cristo? (Rm 8, 35). Tal fue Francisco, unido a Cristo, crucificado con Cristo. 282 NAT. GRACIA LVI 2/mayo-agosto, 2009, 273-300, ISSN: 0470-3790

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