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EL CICLO DE LA OBEDIENCIA el alma” no hace otra cosa que poner a salvo su visión egoísta de la vida. Al igual que el texto precedente, también éste insiste en la necesidad de la desapropiación, esta vez mediante la paradoja evangélica según la cual, quien gana, pierde: Quien quiera salvar su vida , la perderá {Le 9,24). Esto quiere decir que, en la mente del santo, la pobreza es el fundamento de la obediencia; pero se trata de la pobreza entendida desde su significado más profundo, es decir, como la desapropiación de aquello que está en la raíz misma del corazón humano, o sea el sentido mismo de la vida. Quien no esté dispuesto a “perder lapropia vida ” arriesga perder la “vida verdade ra ”, la eterna. El desarrollo de la Adm hace pensar que Francisco le dio más importancia a este segundo texto. b) La “obediencia verdadera ” (w. 3-4) 3Aquel hombre que deja todo lo que poseey pierde su cuerpo , se entrega a sí mismo totalmente a la obediencia en manos de su pre lado. Con esta frase el autor comienza una primera aplicación del texto evangélico haciendo su propia interpretación, para lo cual introduce algunas modificaciones que le permiten hacer más explí cito su pensamiento. Dos son los cambios más representativos: por una parte el verbo “ renunciar” ( renuntiare ), transformado en “dejar” o “abandonar” (relinqueré) y, por otra, “perder su alma ”, transformado en “perder su cuerpo ”52. A estos dos verbos “de signo negativo, se contrapone el tercer verbo de la frase, “entregarse” ( praebere ), de signo positivo; los tres tienen una estrecha relación entre sí, en cuanto se refieren a la desapropiación, la cual adquie- 52 Los manuscritos que forman el grupo a (once en total, aunque con variantes entre ellos) agregan et animam suma , acomodando la frase al texto evan gélico. K. Esser no aceptó esta lección porque en la época tardía de estos manuscri tos no se entendía el concepto de “corpus” de san Francisco (= propio yo, egoísmo); por una razón semejante en este mismo grupo desaparece la lección in manibus , que corresponde al rito medieval de los vasallos que prometían obediencia “en las manos” de sus señores (cf. K. ESSER, Die Opuscula , 73-74). NAT. GRACIA LVI 2/mayo-agosto, 2009, 211-272, ISSN: 0470-3790 241
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