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FERNANDO URIBE también como “en v erd ad ”, “ciertam en te”, “segu ram en te’*), que aquí parece tener un doble valor, pues confirma la afirmación precedente y a su vez abre el espacio para una consecuencia. El autor retoma el símbolo del “á rb o l d e la cien cia del bien ” ( v . 3) de la frase bíblica, pero lo modifica parcialmente, pues ignora la palabra “m a l’™. Se podría pensar que esta selección del “b ie n ” esté reflejando la frase de Gn 3 ,6 en donde se resaltan sólo los aspectos positivos: “el árb o l era bueno p a r a comer, apetecible a la vista y excelen te p a r a lograr s a b id u r ía ”, pero hay una razón literaria más convincente, y es que este “bien ” le sirve al Pobrecillo para hacer contraste con “fruto de la ciencia del mal” de la frase siguiente, con la que forma el siguiente paralelismo antitético de gran efecto: “árbol de la ciencia del bien”(y. 1 ) “fruto de la ciencia del mal”(v. 4). La explicación del “á rb o l d e la cien cia del b ien ” recae sobre dos elementos nuevos, siempre unidos al verbo “com e r”', se trata de “ap rop ia rse”d e la voluntad y de “en altecerse” de los bienes conce­ didos por el Señor21. Con estos dos elementos Francisco hace una interpretación del texto bíblico y aplica el “c om e r” de Adán a dos realidades concretas de El primer elemento, “aprop iarse qu ien fa lt a a la obed iencia, con tem p lada en el segmento preceden te, su volun tad”, de frecuente uso en la literatura monástica, fue el que sirvió de guía a los copis­ tas para titular esta Adm. Francisco lo usa con una cierta sobriedad 20 Sobre este particular anota D. A. NHUE NGUYEN (Motivi sapienziali biblici nelle Ammonizioni di San Francesco , 209): “II Poverello spezza l’espressione 4a scienza del bene e del male », che é di per sé indivisibile, perché si tratta qui della figura stilistica bíblica chiamata ‘merismo’, che sottolinea iidea di una scienza di tutte le cose". 21 La aplicación del verbo “come?' al mal uso de la voluntad no es original de Francisco; ya antes de él fue aplicado en este mismo sentido por varios autores espirituales, quienes también se inspiraron en el relato del Génesis, como ocurre en las Homiliae dominicales de Geofredo de Admont (cf. PL 174 , 150c) y en el Sermo VI de Martín de León (cf. PL 208, 557-558), lo cual no quiere decir necesariamente que el Pobrecillo los haya leído. 224 NAT. GRACIA LVI 2/mayo-agosto, 2009, 211-272, ISSN: 0470-3790

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