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ILDEFONSO MURILLO esta atención preferente a lo práctico. No sin razón Charles Sanders Peirce (1839-1914), a quien William James reconocía como fundador del pragmatismo norteamericano, tuvo una especial querencia por este filósofo medieval. La teología sería una ciencia práctica, orientada a conseguir la felicidad, la salvación del hombre. En la división aristotélica de las ciencias en teóricas o especulativas y prácticas, contra la opinión de Tomás de Aquino, coloca a la teología en el ámbito de las prácticas. Pero su pragmatismo no le impide desarrollar una profunda activi­ dad teórica al servicio de una intención práctica: evitar que el ser humano se descarríe en el amor, en su camino hacia Dios. Quizás a ello se deba su defensa, tan constante, de un lenguaje teológico afirmativo. Por eso, su obra puede seguir siendo una fuente de ins­ piración para abrir caminos intelectuales a la teología práctica en nuestra actual situación histórica. Después de las desactivaciones teológicas del lenguaje que se han producido en muchas mentes durante el siglo XX, nos conviene recordar a aquellos pensadores que, aun reconociendo los límites del alcance significativo de las palabras humanas, se han atrevido a hablar de Dios. Y Duns Escoto es uno de ellos. Su aguda conciencia crítica no le lleva a callar sobre una realidad que constituye el obje­ tivo último de su amor y de su conocimiento. 176 NAT. GUACIA LVI 1/enero-abril, 2009. 159-176. ISSN: 0470-3790

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