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MANUEL LÁZARO PULIDO Aún así el propio primado de la voluntad implica no sólo com­ prenderlo desde la lógica del amor, sino en sintonía con la lógica del entendimiento y todo ello en la dinámica de la absoluta y radical li-beitad. Señala Antonio Pérez-Estévez como tesis de partida algo que es tan claro, pues se impone como fruto del sentido común, como olvidado: y es que la defensa de Escoto de la superioridad de la voluntad sobre el entendimiento no implica irracionalidad18. Y esto es así porque la voluntad elige, efectivamente, pero ha de hacerlo sobre opciones que pueda reconocer ( nihil est volitum quin praecognitum: “voluntas non potest velle nisiprius cognitum ab inte- llectu ”19). O lo que es lo mismo, la prioridad temporal de la facultad del entendimiento en el hombre no implica prioridad fundamental y causal en el ejercicio de la voluntad. Pues el entendimiento prepara a la voluntad en su acto electivo, pero la elección se define por su indeterminación y su auto-determinación20. La realización de las notas de la libertad en el hombre, del desarrollo de la voluntad y la comprensión de las claves de funcio­ namiento de la libertad humana desde la primacía fundamental de la voluntad en el proceso electivo, han de tener en cuenta su referen- 18 Como señalaba acertadamente M. OROMÍ: “El que la voluntad sea esen­ cialmente libertad no significa que la voluntad sea irracional ni que lo sea la liber­ tad. La voluntad es tan libre cuando procede racionalmente como cuando procede irracionalmente o contra la recta razón. La distinción radical que pone Escoto entre voluntad y entendimiento o razón, como dos principios activos esencialmente distin­ tos, no da motivo alguno para sospechar que la voluntad en sí sea irracional, sino simplemente que la voluntad es voluntad y la razón es razón, es decir, otra cosa. Ni siquiera el primado de la voluntad, en el orden de dignidad metafísica respecto del entendimiento, significa que el entendimiento deba sujetarse a la libertad de la voluntad. Por eso, en el orden moral, no existe primacía alguna ni por pane de la voluntad ni por parte del entendimiento, sino que el orden moral consiste en la rela­ ción armónica entre el entendimiento y la voluntad. El entendimiento pone su acto necesario: el juicio ; y la voluntad pone el suyo libre: la volición. La racionalidad o irracionalidad consiste en la relación de con­ veniencia o disconveniencia entre uno y otro acto ; y el orden moral nace de esta conveniencia o disconveniencia" (M. OROMÍ, Introducción general, en Obras del Doctor Sutil Duns Escoto, Madrid, BAC, 1960, 86). 19 Collatio 2, n. 2 (Ed. Vives V, 143a). 20 A. PÉREZ-ESTÉVEZ, Libertad y racionalidad ..., 123-124. 114 NAT. GUACIA LVI 1/enero-abril, 2009, 105-158, ISSN: 0470-3790

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