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CONSTRUCCIÓN ARQUITECTÓNICA Y VIVIR HUMANO SEGÚN HEIDEGGER su esencia. Salvar la tierra es más que explotarla e incluso más que trabajarla en exceso. Quien salva la tierra no se adueña de ella ni la somete, no la explota sin límites, tampoco en el construir. Los mor tales habitan en tanto que reciben el cielo como cielo, dejando a los astros y a las estaciones seguir su curso, su bendición y su resisten cia a darla, sin hacer de la noche día ni del día un corretear y agi tarse sin descanso. Los mortales habitan esperando los seres divinos como divinos, esperando las señales de su venida, sin desconocer los signos de su ausencia, yendo a su encuentro y no haciéndose sus propios dioses ni dando culto a los ídolos. Los mortales habitan viviendo su esencia como mortales, sin considerar como su finalidad propia una muerte reducida a la nada y sin reducir el habitar a una espera ciega y rígida de la muerte. De esta manera protege el habitar la unidad de los cuatro; y éste sería el auténtico habitar del hombre sobre la tierra15. De este modo -e n otras palabras- vivirían los mortales como morales; como seres que acaecen en el evento del mundo como destino, que viven la temporalidad y que tienen como término la muerte. Esta existencia plantea preguntas problemáticas que no tie nen respuesta filosófica satisfactoria. El hombre no sabe de dónde viene ni a dónde va. Como afirma Heidegger en otros lugares, estas preguntas no pierden su carácter problemático ni mediante la fe en la vida futura ni mediante la respuesta de la ciencia acerca de los orígenes del universo. Los mortales no pueden dejar de vivir su existencia problemática, sin preguntarse por el origen, por el fin, por el sentido; sin experimentar la angustia, la incertidumbre, la inseguridad; y sin buscar la esperanza en los dioses. Los mortales deberán respetar ese destino del evento del mundo, sin limitarse a esperar el final de una manera rígida y sin considerar como su fin una muerte reducida a la nada. El habitar del hombre sobre la tierra, bajo el cielo, ante los dioses y con los mortales no se queda en una estancia abstracta. El habitar es siempre una estancia junto a las cosas. Únicamente en 15 Ib., 152 - 153 - NAT. GUACIA LVT 1/enero-abril. 2009, 65-92, ISSN: 0470-3790 73
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