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DISCIPULADO Y MAGISTERIO ECLESIAL el testimonio personal. Tampoco entramos en la cuestión del celiba­ to, si debe ser obligatorio o libre. Ese tema no nos atañe ahora. La propuesta que estamos haciendo es que el Kerigma no puede redu­ cirse a una verdad teórica y abstracta, sino que debe ir acompañado por el testimonio de la propia vida, para no caer en la hipocresía, como lo denunció Jesús en su tiempo: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Hagan lo que digan, pero no imiten su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con un dedo quie­ ren moverlas” (Mt 23,2-4). El discípulo y el kerygmático tiene que ser testigo (mártir). No sólo la palabra, sino también la vida, incluso la muerte, deben ser evangelio. La persona entera. 6. L itu r g ia y E ucaristía El discipulado, condición de todo cristiano, laico o ministro, exige comunión con Cristo, “para estar con Él” (Me 3, 14) y por medio de Cristo, comunión con las 3 Personas, Padre, Hijo y Espí­ ritu: “Como tú, Padre estás en m í y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros ”(Jn 17,21). “El Espíritu de la verdad les guiará hasta la verdad completa... porque recibirá de lo m ío”(Jn 16,13-14). Es la realidad mística, la iniciativa divina, la inhabitación de la Santísima Trinidad93. El discípulo es invitado a responder con el Kerigma (son envia­ dos a predicar (Me 3,14) y con el testimonio ( “serán mis testigos” (Hech 1,8). “El amor es la ley en su p len itud”(Rm 13,10). Y como “Dios es am or”(1 Jn 4,8), el mandamiento fundamental es “que vivan ustedes en el am o r”(2 Jn 6). La comunión con Dios y con los hermanos será esencialmente comunión de amor, comunión que viene expresada en la celebración 93 E. LLAMAS, Inhabitación trinitaria, en X. PIKAZA-N, SILAÑES (dirs.), El Dios Cristiano, Salamanca, Secretariado Trinitario, 1992, 691-710. NAT. GRACIA LVI 1/enero-abril, 2009, 7-64, ISSN: 0470-3790 49

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