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DISCIPULADO Y MAGISTERIO ECLESIAL gam os tropiezo u ocasión de ca er a l hermano” (Rm Í4,72-Í3)25.En una ocasión, Juan le dijo a Cristo: “Hemos visto a tino que curaba enfermos en tu nombre , y se lo prohibimos, porque no nos segu ía ”. La respuesta de Jesús fue clara: “No se lo prohíban. El que no está contra nosotros, está con nosotros” (Me 9,38-40). “Por su s fru tos los con o cerán ” (Mt 7,16). He aquí el misterio de la persona humana. Abierta a los demás, sí. Pero fiel a su conciencia, con la libertad de los hijos de Dios (Mt 17,26) y respetuosa de las diferencias. Ser persona es trascender toda dicotomía y vivir la catolicidad en su sentido etimológico. 7. T odos hermanos Ser persona es seguir la propia conciencia en libertad y respetar la libertad de los demás. Libertad sin conciencia sería libertinaje; conciencia sin libertad sería esclavitud; y la falta de respeto a los otros sería despotismo y opresión. Pero todo eso no basta para ser persona en clave evangélica. Es necesario que esa relación con los semejantes sea una relación afectiva, fraterna. Para comprenderlo, tenemos que remontarnos a nuestros oríge nes: la Trinidad y la obra creativa. En la eternidad fue el Padre, el Espíritu femenino, y el Hijo. En la Trinidad no hay dos hijos, el Hijo es único y no tenía hermanos. Pero el Verbo de Dios quiso positiva mente la fraternidad. Y las Tres Personas estuvieron de acuerdo. El Unigénito sería el Primogénito entre muchos hermanos (Rm 8,29). La creación fue el cumplimiento del anhelo de fraternidad del Hijo único (Rm 8,19). Frente a las pretensiones idolátricas de las criaturas de ser Padres, Maestros o Jefes, realidades compatibles con ser per sona biológica, desde el evangelio la meta a conseguir es la relación 25 D. MORATALLA, Respeto , en M. MORENO (dir.), Diccionario ele Pensa miento Contemporáneo, Madrid, San Pablo, 1997, 1040-1044. NAT. GRACIA LVI 1/enero-íibril, 2009. 7-64. ISSN: 0470-3790 23
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