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524 EDUARDO GUARDIOLA cimiento simbólico presupone, en primer lugar, que el hombre, por su misma naturaleza, se expresa mejor por símbolos que por conceptos, y, en segundo lugar, que el universo que el hombre habita no es puramente físico sino también imaginario, como muestra A. Blanch 23. «Si históricamente puede atestiguarse como característica acu ciante del hombre su facultad de separar lo real de lo imaginario y deslindar lo existente objetivo de la significación subjetiva, para dójicamente lo más definidor es el dinámico tránsito, constante, de lo uno a lo otro a modo de vital e ineludible quehacer de la persona». Por eso, «más que animal racional, cuya definición se nos transmite parafraseada desde la filosofía griega hasta noso tros, resultaría de mayor precisión considerar al hombre como animal simbólico...»24. Pero se trata de una antropología del deseo y de los sentimien tos, puesto que la imagen no podrá ser nunca el término último de esta investigación e invitará a ir más allá: la imagen no es sino sín toma de un deseo o la máscara de un temor. «Es curioso, afirma Blanch, el olvido de muchas antropologías filosóficas modernas que atienden casi exclusivamente a los diversos modos de conocimiento y a la libertad y apenas hacen mención de los sentimientos y de las pasiones. Son los artistas y los literatos quienes se han acercado a la globalidad misteriosa del hombre y han resaltado su caudal afectivo y patético»25. «... Al percibirse con frustración, afirma a su vez Víctor García de la Concha, las limitaciones del racionalismo, adquiere la literatu ra un nuevo estatuto: La palabra poética se muestra como el único espacio posible de encuentro del hombre consigo mismo y de su reconciliación con el mundo»26, que no son sino los requisitos de apertura a Dios. Más aún, «la función de la poesía, hoy igual que siempre, es crear un espacio que revierta el lugar natural del hombre, que haga 23 A. B lan ch , El hombre imaginario. Una antropología literaria, Madrid, 141. 24 L. B on illa , Estafeta Literaria, 15-IX-1976. 25 A. B la n c h , o . c ., T J . 26 V. G arcía d e la C o n c h a , «Una voz profètica», en ABC, l-VII-1998.
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