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522 EDUARDO GUARDIOLA ción y la tradición, habrá de partir de hechos y preguntas , recibi dos del mundo y de la historia »18. Es posible que en la investigación sobre la legitimidad de la actuación del teólogo y su compromiso con los lugares teológicos fundamentales se plantee la necesidad de abrir el número de los loci theologici de Melchor Cano. Congar hablaba de la liturgia como un nuevo «locus»: lex orandi, lex credendi, H. Brouillard de la expe riencia humana (aunque se deba mesurar por la razón), se puede hablar de los descubrimientos humanistas de la cultura y, puede decirse, que nuevos objetivos de la sociedad (dignidad y derechos de la persona humana, igualdad de los pueblos), constituyen, de hecho, importantísimas mediaciones teológicas. LA REALIDAD DEL ANIMAL SIMBÓLICO: LITERATURA Y POESÍA Con todo, nuestro interés específico se centra en la literatura y, más concretamente, en la poesía, como mediación teológica. «Las culturas, en la coherencia densa de las artes plásticas y las artes lite rarias, son el terreno admirablemente fecundo de la fe en acción y en cuestión, del parto de la creación, que es obra del Espíritu... Lo que se asume es toda la creación... Ahora bien, la literatura, en toda su extensión y en todos sus géneros, es la expresión concentrada de múltiples densidades psicológicas, sociológicas, lingüísticas, cul turales de los diversos grupos humanos. No es tan sólo, por tanto, una provocación extrínseca a los problemas que ulteriormente se plantea el creyente, sino que aporta el material mismo de la acultu- ración de la fe. Ciertamente, la historia literaria no es una historia de la teología, pero constituye uno de los puntos de engarce o como «una preparación evangélica »19. Más explícito aún se muestra el poeta y crítico literario Jean- Claude Renard, que, tras presentar la necesidad del lenguaje teoló gico para expresar el Misterio, manifiesta: «De donde se derivan para la teología dos posibilidades: convertirse en un lenguaje a la vez 18 Y. M. C ongar , Situación y tareas de la teología , hoy, Salamanca 1970, 89-90. 19 «Carta de M.-D. Chenu», en Concilium, II (1976) 161-162.
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