PS_NyG_2003v050n003p0517_0538

ELOGIO DE LA POESÍA: LA POÉTICA, -LUGAR» TEOLÓGICO. 529 «En definitiva, la más radical noticia que el evangelio nos da es ésta: El Verbo se hizo carne. Tanto la experiencia poética como la experiencia religiosa... no tienen más espacio para producirse que el generado por la palabra. Son sustanciación o encarnación de ella»... «La palabra se hizo carne, la carne recibió a la palabra, y así ésta habitó entre nosotros»39. Quizá pudiéramos decir de nuevo con Octavio Paz: «Los poemas no son confesiones, son revelaciones»40 del ser humano convertido en poeta. Por eso, «ahora es preciso que escribamos desde el solar de la palab ra misma, desde el solar de nuestra propia alma, porque n ada esta vivo sino ella...» (L. Rosales). Y Dámaso Alonso, en el «Prólogo para un libro de Luis Pimen- tel», exclama: «Pero..., Dios mío, qué p od er diste a los poetas, cómo los has hecho las criaturas más próximas a ti, tus más cercanas imitadoras, Tú, vivificador de la arcilla». «Desgarrar un momento de la vida del mundo, impregnarlo de nuestra sangre, ponerlo otra vez en contacto con sus absolutas raí­ ces y dejarlo vivo para siempre: he ahí la función del Poema. Mas donde todo es misterio quizá no hay uno que, por más humano, más nos toque que el de la expresión... La poesía humana es siem­ pre un balbuceo, y ¡ay de la poesía de los hombres que no balbu­ cee! Sólo la poesía de Dios es su Verbo entero, no balbuciendo, es decir, Él mismo. En lo humano, a la secretísima lanza de fuego que nos hiere respondemos, abrasándonos, apenas con voces entrecor­ tadas. Sólo en ese rapto balbuciente es cuando el poeta verdadera­ mente sabe»: 39 J. A. V alen te, o . c ., 57 y 24. 40 O. P az , ABC, 24-IV-1998.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz