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514 RAFAEL CASTILLO VELANDIA en evidencia la sed de pervivencia y la plenitud de las profundas aspi­ raciones humanas. En este sentido, el hombre en el momento primi­ genio es percibido en el deleite de la plena felicidad, que trágicamen­ te perdió como consecuencia de la culpable caída de un antepasado mítico. Por tanto, la mitología barí concibe la muerte como la conti­ nuación llevada al extremo de la vida comunitaria. De ahí, que se consideren los preceptos culturales mandados por Sabaséba como una conducta moral vigente, mientras se está entre los vivientes, y en estrecha vinculación con la ulterior ubicación en el más allá. El acercamiento que se ha realizado al origen del hombre en la concepción mitológica barí a la luz de la doctrina fenomenológico- histórica de Mircea Eliade, revela una tradición eminentemente valio­ sa en cuanto a la vivencia de la religiosidad. Pues el pueblo barí, en estrecha relación con su ámbito sociocultural, logra manifestar la imitación de los arquetipos míticos en la vida cotidiana; sin asirse a expresiones de culto ni intercesores encargados de los ritos. Antes bien, en todas las actividades significativas experimentan el sentido que'otorga la permanencia en lo sagrado. De ahí que, vivir como humano es un acto religioso. «El único remedio para la locura temporal es la locura eter­ na; el único modo de curarse de la congoja de la historia pre­ sente es acogerse a la congoja de la eternidad» (M iguel de U n am u ­ n o , De mi vida). Rafael C a s t il l o V e l a n d ia

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