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464 SATURNINO ARA ta, variados grupos técnicos de asesoramiento, superando los siste­ mas de colaboración con el mundo seglar sin reducirlo a la Orden Franciscana Seglar y comprometiéndose con grupos afines. Estructu­ ras todas ellas, en sus orígenes y funcionamiento, burocráticas y que sólo por este hecho no dificultan y menos impiden la animación personal. El capítulo VIII podría poner bien de relieve su apuesta por el principio de la subsidiaridad, difícil de regular a gusto de todos —aun cuando se trate de equilibrar la necesidad de centralización dentro de una sociedad, Iglesia y Orden globalizados— , al trope­ zarse con la sensibilidad de los grupos de reacción que creen poder defender su peculiaridad, aferrándose a realidades históricas que se arrastran desde siglos y a organizaciones que responden a visiones y apreciaciones localistas. En referencia y relación al principio de subsidiariedad y des­ centralización, el texto actual constitucional deberá señalar clara­ mente a los superiores provinciales y locales sus competencias. Se advierte y acusa una tendencia acaparadora de funciones por parte de los superiores; no se permite que los inferiores en rango de ser­ vicio o simplemente Hermanos desarrollen sus competencias. Esta­ mos siendo testigos de acciones realmente avasalladoras y grave­ mente atentadoras de las competencias de inferiores y con la sorpresa de que quienes son los autores de esas acciones reproba­ bles ni se aperciben ni quieren darse por enterados de sus auténti­ cos atropellos. No haría mal el capítulo VIII en resaltar la función animadora del superior y destacar, en particular, la importancia del papel del responsable local cuya presencia en la comunidad o fraternidad recuerda la presencia de Dios, al cual no representa, haciéndose su portavoz, como se exageraba en el pasado, sino que sencillamente sirve de ayuda para que ese querer de Dios respecto al empeño espi­ ritual y quehacer apostólico y doméstico del grupo, sea buscado y aceptado por cada uno y por el conjunto, en expresión de carisma, pasando a través del necesario discernimiento y no tanto por la estructura del capítulo local, y en respeto a la capacidad y habilidad con la que se presenta dotado cada hermano en particular.

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