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460 SATURNINO ARA momento, en el actual del mundo, de la Iglesia, de la vida capuchi­ na, globalizados económica y culturalmente, mundo o/y sociedad en los que el capuchino se esfuerza por vivir el Evangelio sin salir del mundo, pero sin ser del mismo. No se trata ahora de definir la globalización ni de encanalar sus efectos o repercusiones en la vida fraterna externa de los Hermanos Menores Capuchinos. Se busca destacar, como se ha escrito con acierto, y de fijarse en la significación de la vida evangélica francis­ cano capuchina en el presente y en el futuro, cuando ésta será inter­ namente fraterna, es decir evangélica, con relaciones interpersona­ les humanizadas, y externamente también fraterna, evangélica, con cultivo de la virtud humana conocida como solidaridad, o no será fraterna, encuentro de gozo entre Hermanos y ocasión de servicio voluntario al hombre de la técnica y de actualidad, el del deficiente cultivo de la fe, que siempre resulta tarea ardua cultivar, y por ello mismo se pierde con tanta facilidad, haciéndose necesario recuperar esa fe con la ayuda de quien la vive en la dureza de su realidad y con la satisfacción del encuentro y experiencia de Dios, encuentro primario o primacía de Dios, que empuja al objetivo segundo, pri­ macía o encuentro con el prójimo. C a p ít u lo VII.— V id a d e pen iten cia d e los H erm a n o s En mis observaciones al capítulo VII y en torno a la espirituali­ dad que éste ofrece, vista la concepción optimista y, a un mismo tiempo, un algo masoquista y maniquea de nuestra sociedad globa- lizada, me limito a transcribir la conclusión con la que daba fin a las reflexiones sobre el dicho capítulo VII, publicadas en Estudios Franciscanos, 100 (1999) 156-173. La penitencia, en esos momentos o acepciones, no diré contra­ puestos, pero sí distintos, aunque complementarios, que son el de la conversión o aceptación mística de la Cruz de Cristo y el de la imposición de vida austera o simplemente morijerada, resulta un programa poco aceptable y nada atractivo para el hombre de hoy y de siempre, incluso al cristiano y al fraile menor. La soteriología, puntualiza Juan Pablo II en Cruzando en el umbral de la esperanza, respuesta 13, es la de la Cruz y de la Resu-

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