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458 SATURNINO ARA fraternos siempre, desde una visión que debilite la potencialidad de los encuentros interculturales que destacan la fuerza y vigor de una pertenencia, no a un grupo débil y reducido, sino poderoso, que exige respeto a las diversas peculiaridades. La fraternidad se realiza, en parte, cuando se ha descubierto al individuo y su capacidad de responsabilidad, mas no basta este des­ cubrimiento humanista o refinado del individuo, su riqueza humana y su compromiso espiritual; se hace necesario recurrir al camino místico-ascético y a las raíces de la fe y del propio carisma e identi­ dad congregacional. En el clima cultural de nuestra sociedad moderna, donde uno busca su propia realización, se presenta como una especie de enfer­ medad el particular empeño por superarse a sí mismo y el de esfor­ zarse, al mismo tiempo, por una ayuda ofrecida al otro. Fenómeno que se evidencia también en la vida de fraternidad franciscano capu­ china, cuando, preocupada por la unidad que ofrece el pasaporte, olvida hacer un cierto nomadismo espiritual. El artículo 1 del capítulo VI deberá esforzarse por destacar los valores permanentes que hacen de la vida fraterna un signo elo­ cuente de comunión y solidaridad eclesial. Ante todo, la vida frater­ na entendida como vida compartida en el amor (VC, 42) y modela­ da a imagen de la Trinidad, igualdad en la diversidad (VC, 41). La fraternidad o la trinitariedad de las relaciones interpersona­ les de los capuchinos es decisiva para los próximos años, en unos tiempos y en unos lugares que, como, al menos, Occidente, apare­ cen muy secularizados y, al mismo tiempo, muy refinados en con­ ceptos de humanización. La fraternidad tiene necesidad de condiciones favorables para el cultivo y desarrollo de la propia vida, al igual y como todo grupo humano. Condiciones que deben crear y conducir a un ambiente de paz y de alegría, gozo. El capítulo VI de las Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos puede estar necesitado de la presentación de unas consideraciones que ayuden a encontrar en la vida fraterna la paz y también la alegría. Llama la atención que un término como el de la alegría, tan abundantemente usado por el mismo texto constitucional en varios de sus números, no aparez­ ca en el artículo que habla del cultivo de la vida fraterna que, en

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