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448 SATURNINO ARA cientes, ocio, para la reflexión, y está a falta de experiencia serena de Dios, dado, por una parte, el ateísmo e indiferencia vividos por nuestra contemporáneos y, por otra, esa etérea concepción de Dios, propia de los movimientos religiosos denominados con el calificati vo generalizado de New Age. Por esto haría bien el capítulo III si, recordando el momento confuso que vivimos sin nostalgias de un pasado, optara decidida mente por una vida contemplativa de oración más intensa, Constitu ción 50, y se decidiera por una presentación del encuentro con Dios mediante la intensidad de las relaciones entre los Hermanos y en el convivir cotidiano, la demandada mística o experiencia de Dios hori zontal. La oración debe aparecer como es en sí, actitud que mira y per cibe la profundidad de las cosas a través y usando de todos los medios para poder encontrar y contemplar el rostro amable de Dios. La oración siempre, y más en particular en los momentos actuales, no es cuestión de tiempo, espacios o lugares, sino de experiencia de la existencia de Dios de la que se debe hablar, pero no tanto con el discurso cuanto con el testimonio de una vida que refleje que esa presencia de Dios es lo que da vida al encuentro y servicio al prójimo. Y para hacer esto posible se requiere alejamiento, no huida de la fatiga cotidiana, para saber y poder encontrar a Dios y, tras este encuentro, poder dedicarse, como Jesús, a la salvación del pró jimo y a la predicación del Reino o Noticia Buena del perdón y del amor, de la salvación y la liberación. La reglamentación de la vida de oración de los Hermanos Menores Capuchinos deberá aparecer como la oferta de tiempo y espacio para el gozo y la alegría del encuentro con el Señor. El término alegría es usado muchas veces en la exhortación apostóli ca La Vida C on sagrada, que comienza el n. 111 con la siguiente invocación: «Trinidad Santísima, beata y beatificante, haz dichosos a tus hijos e hijas que has llamado a confesar la grandeza de tu amor, de tu bondad misericordiosa y de la belleza», dones gozados en el tiempo y espacio dedicados a la contem plación y hechos realidad en las expresiones místicas verticales,
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