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LAS CONSTITUCIONES DE LOS HERMANOS MENORES CAPUCHINOS... 447 La formación debe estar vista, contextuada y enfocada lejos de toda visión localista, respondiendo a criterios que sean más que europeos y, consecuente y lógicamente, estando por encima de los personales. Hermanos de diversos países realizan experiencias de identidad compleja que hoy debemos saber y poder vivir de forma integradora de diferencias y no como medio de negación de las dife­ rencias y desigualdades, mas sí de un sueño de igualdad que no ha querido el Creador. C a pítu lo III.— V ida d e o ración d e los H ermanos Al hablar de la oración, con frecuencia, suele iniciarse este tipo de reflexión, trayendo a referencia la frase del jesuita alemán Rha- ner, rotunda y hasta cierto punto inquietante: «El cristianismo del siglo xxi o será místico o no será cristiano». La afirmación de Rhaner es una manifestación fuerte en un momento histórico como el nuestro en el que la expresión místico remite a lo exótico, se distingue entre mística vertical y horizontal y se citan las experiencias y recuerdos el mundo mesopotámico, hindú y musulmán con los sufíes. Las Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos escri­ bía el año 1999 (cf. S. A r a , en Estudios Franciscanos 100 [1999] 156), presentan en el capítulo III una programación de vida espiritual, concretamente de vida de oración sana, pero este capítulo III adole­ ce de la preocupación por señalar la peculiaridad de determinadas exigencias, cediendo al afán de huir, ¿miedo?, el tener que verse precisado a indicar la obligatoriedad jurídica de esas mismas exi­ gencias que son, ante todo, existenciales y vivenciales; a fin de cuen­ tas, un don o gracia del Señor a desarrollar en nuevos tiempos y en tan distintas circunstancias. El capítulo III de las Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos hace bien en recordar el empeño y compromiso de los fundadores o reformadores por una diversa y mejor contemplación, nostalgia agudizada hoy ante la constatación de la dificultad sentida por el hombre moderno, que no goza de la calma y del tiempo sufi-