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446 SATURNINO ARA lidad de nuestro cambio epocal, se fomenta e incluso se cultiva con peligro de pérdida de las notas características de aristocracia del primer cristianismo y también franciscanismo, fraternidad en la desi gualdad de funciones. La idea guía de la formación como camino de renovación, si bien queda presentada como medio de conversión y maduración humano-espiritual progresiva, tal vez podría quedar descrita con mayor garra si, sin perder su insistencia en la formación inicial, acen tuara el reclamo por una formación permanente vista como expre sión de apuesta por la libertad. La libertad es precisamente el fruto de una decisión por la tarea de conversión y seguimiento del cami no de la maduración humano-espiritual progresiva, sirviéndose para ello de las técnicas de aprendizaje humano y profesional junto a las también técnicas evangélicas. Convendría que el capítulo II de las Constituciones no pierda de vista que la formación, tanto inicial como permanente o progre siva, debe tender hoy hacia un objetivo que por sí mismo no repre senta novedad alguna en la historia de la adquisición y vivencia de la identidad o carisma franciscano capuchino, pero que, en reacción frente al debilitamiento del trato fraterno y en respuesta a una nueva sensibilidad, destaca el particular de la intensificación de la relacio nes interpersonales, sin cuyo cultivo no se da vida de familia frater na y menos aún la reproducción del modelo de un Dios Trinidad. Produce cierta preocupación escuchar la acusación con la que se lamenta de la deficiencia de formación que, aparte de haber podi do habilitar para una armónica relación interpersonal, hubiera des tacado y preparado para una colaboración entre sacerdotes y laicos y entre éstos y otros diversos grupos, a la hora de poner en ejecu ción el conjunto de apostolados, misión que exige un sistema de relaciones mutuas interpersonales también entre clérigos regulares y seculares, sacerdotes y laicos y seglares, todos ellos fieles compo nentes y miembros de una única Institución, la Iglesia católica. La normativa actual debe orientar tanto la formación inicial como la permanente hacia la potenciación de las iniciativas interre ligiosas, ecuménicas, intercongregacionales, etc., desde la cercanía a las actuaciones que superan los límites restringidos del grupo local o provincial y desde el aprecio al carisma y obras apostólicas de los otros.
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