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444 SATURNINO ARA vive el seguimiento de Cristo en un tiempo y en unas circunstancias bien determinadas. De ahí que el carisma o identidad del capuchino, expuesto en el artículo I de las Constituciones, sea una buena noticia para el europeo, el americano, el asiático, el africano y el australiano, cuan­ do éstas son comprendidas y recibidas como buena noticia de valor universal. La presentación de su espiritualidad y normativa no res­ ponde a un discurso nostálgico, apologético y menos aún integrista, como si se pensara más en el pasado que en el futuro, sino a una visión que tiene bien fundada su raíz en la esperanza. Buena nueva que enriquece a las diversas culturas. Mensaje evangélico que no es cultura, sino programa a realizar y a vivir en las diversas culturas y responde a variados esquemas y sensibilida­ des, siempre en perspectiva de futuro. San Francisco escogió vivir el Evangelio. Las Constituciones de los Capuchinos presentan este seguimiento de la vida evangélica que el artículo I del capítulo primero programa en líneas generales y fundamentalmente básicas. El artículo II, que programa la realización del carisma capuchi­ no en nuestra Iglesia, situada en una sociedad globalizada y rece­ losa de cuanto pueda ser presentada con el menor atisbo de privi­ legios de la diversidad en ruptura de la igualdad, haría bien en declararse de forma fervorosa y comprensiva, abierto a una comu­ nión con los fieles, no diría laicos, sino seglares, y dispuesto a la correcta asimilación, ya que la igualdad nunca se ha quebrado entre los fieles laicos y clérigos que constituyen la Fraternidad, en ejem­ plo de comprometida y complementaria Hermandad: ministerio sacerdotal presentado como llamada y vocación y ministerio laical también entendido como llamada y vocación personal, en igualdad de identidad, pero en diversidad de dones, ambos, vocaciones y servicios, reproducción de lo que puede presentarse como alter Christus. Junto a esta apuesta por los fieles y las expresiones actualiza­ das de valoración y aprecio, en resumen comunión, con y hacia quienes Francisco dirige una de sus cartas, podría aparecer una declaración o afirmación bien expresa y definida de fidelidad y res­ peto al Papa y a los obispos, a las Conferencias Episcopales y a las

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