PS_NyG_2003v050n003p0415_0470

LAS CONSTITUCIONES DE LOS HERMANOS MENORES CAPUCHINOS... 439 Nuestra sociedad aboga por la implantación de cambios como el Tribunal Penal Internacional, después de haber admitido las cons­ titución de organismos internacionales como la ONU y proliferación de otros sistemas de agrupaciones, también de carácter internacio­ nal, cuya enumeración, junto a la de las multinacionales, resultaría pesada. Tendencia que avala la internacionalidad de la legislación común y particular de la Iglesia y sus instituciones. La superación de los nacionalismos y de la radicalidad de los localismos supone un destacado cambio social de actualidad vivido también en las instituciones religiosas que, con su normativa actua­ lizada, deberán canalizar ciertos brotes contrapuestos a fin de que la vida religiosa no sea ni tan profundamente continental, ni nacio­ nal ni localista, sino una equilibrada síntesis de tendencias adverti­ das como posiblemente vividas en una nueva mentalidad. Sobre los cambios económicos y del trabajo hemos sugerido ya algún particular en el punto anterior. Es un tema o valor presentado y analizado en tantos escritos y por ello nos puede resultar hasta manido. Sobre el cambio que hemos examinado bajo el título de globa- lización, nos remitimos a lo allí dicho, limitándonos a constatar y recordar, de nuevo, que la globaiización supone un verdadero desa­ fío a la vida consagrada y, dentro de ésta, al carisma franciscano capuchino. «Una expresión concreta de cómo la dinámica del cambio puede ser incorporada a la renovación de la vida religiosa es el no cerrarse al riesgo, admitiendo serenamente la posibilidad de equivocarse. Se presentan circunstancias en las que hay que arries­ gar. A quienes arriesgan con espíritu renovador auténtico, movido por la fidelidad al Evangelio y por el amor debido al prójimo, hay que ofrecerles confianza, arropando con la fe aquello por lo que se arriesgan. El profetismo bíblico, referencia obligada a todo pro- fetismo, se vivió siempre con riesgo por parte de los protagonis­ tas» (L ec ea , La cu ltu ra actual, ¿oportunidad o am enaza p a ra la Vida Religiosa, o. c., p.387). A modo de conclusión de este segundo punto, con sus dos apartados, se recuerda que tanto en los cambios religiosos como en los sociales cabe hablar de valores irrenunciables y de situaciones

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz