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438 SATURNINO ARA sa de valores de ascetismo, dejaba de insistir e incluso descuidaba la formación y maduración de los individuos, permitiendo manifes­ taciones que llegaban a ser descorteses y actuaciones que creaban situaciones de auténtica tensión interpersonal, y la que proviene hoy de un falta de simple educación humana ¡Con qué dificultad el mundo de los consagrados se movía entre conceptos y expresiones valorativas de los otros y de sus actuaciones! ¿Por no herir la modes­ tia? ¿Por no suscitar el orgullo? ¡Se espiritualizaba tanto que se des­ humanizaba el encuentro y la relación interpersonal! Ciertas formas de vida comunitaria eran contrarias a la percep­ ción de la noble imagen del otro y reprimían inadecuadamente las manifestaciones y los desarrollos afectivos. La consagración religiosa requiere un profundo sustento de madurez humana, ya que la gra­ cia no sustituye la naturaleza. Más que de un cambio social se trata de una constatación actualizada. La lucha y compromiso por la promoción y valoración de la mujer, considerada igual al hombre, y el empeño por situar el sexo en su realidad de diferenciación objetiva, pero no de distinción y menos de negación de capacidad personal, está teniendo un fuerte impacto en la reglamentación de la prestación de servicios a la comunidad eclesial. La apuesta por el progreso científico, armonía de ciencia y razón, así como la opción por una estima y disfrute de la naturale­ za, ecología, cuya incidencia en la vida de nuestra sociedad es inne­ gable, aparecen como cambios sociales que inciden en las progra­ maciones y actuaciones de la vida de la Iglesia y de la vida consagrada. Ésta se esfuerza por hacer memoria de un pasado glo­ rioso de las comunidades religiosa, cultivadores de la ciencia y sabiamente encantadas y admiradoras de la naturaleza. En referencia a la normativa, como creadora de una vida o con­ vivencia armoniosa, los cambios sociales ayudan a formular princi­ pios muy actuales como la soberanía popular, la división de pode­ res, el concepto de la penas redentoras y regeneradoras, la integración social, etc. Podemos hacer observar que las prescripcio­ nes de las diversas religiones reflejan una estima y un esfuerzo de transplante a su organización social de esos valores apreciados en los diversos grupos, respetados los principios básicos de la naturale­ za religiosa de la respectiva agrupación.

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