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LAS CONSTITUCIONES DE LOS HERMANOS MENORES CAPUCHINOS... 435 Sobre la globalización, en cuanto cambio sociológico con influ­ jo en los valores religiosos, conviene hacer presente su repercusión en los medios de comunicación social, desafío aceptado por la Igle­ sia en general, jerarquía y laicos, y por los miembros de los institu­ tos religiosos, también por los capuchinos. «En este mundo inmenso e inmensurable de la comunicación y de la presencia mediática se tiene la sensación de ser poco o escasamente relevantes. Es una concepción más del fenómeno generalizado de la disminución progresiva de la relevancia de la religión en la sociedad. Esta pérdida de relevancia inquieta a sec­ tores de la Iglesia y de la vida religiosa. A la religión se le va excluyendo de las esferas del poder. El hecho tiene un sabor amargo, al venir de un pasado en el que la Iglesia, y la vida reli­ giosa también, estuvieron junto al poder y lo ejercieron en muchas ocasiones. Pienso que en esta circunstancia de merma de poder puede encerrarse, sin embargo, una oportunidad de mejorar: la oportunidad de convertir la insignificancia en minoridad en el sentido evangélico. Uno puede ser significativo —ya que no renunciamos a la significatividad— , aunque no sea relevante o considerado socialmente. La significabilidad apuesta por el senti­ do de las cosas y de la vida de las personas. El peor afán es pre­ tender estar en el candelero cueste lo que cueste. El tema de la minoridad, asumido evangélicamente, no es sólo cuestión de humildad, sino de perspectiva- (ibid., p.397). Cambios que deberán ser vistos como pruebas puestas por Dios a su pueblo, diríamos usando un lenguaje providencialista, y de forma más concreta precisaríamos: signos y componentes de la actual realización de la vida consagrada y capuchina en este inicio del tercer milenio, junto a los otros tantas veces recordados del envejecimiento, de la ausencia de vocaciones, de la inseguridad en la tarea evangelizadora, etc. Si nos refugiamos en la Escritura pode­ mos encontrarnos, entre otros textos, con las expresiones de Judit 8, 12ss., preguntando a su pueblo: ‘¿Pero quiénes sois vosotros para poner a prueba a Dios y suplantarlo públicamente? ¡Os habéis atre­ vido a poner a prueba a Dios todopoderoso vosotros, que no sabéis nada de nada! Si no sois capaces de descubrir el fondo del corazón del hombre ni de captar su pensamiento, ¿cómo queréis compren­ der a Dios, creador de todas las cosas?...’. Hermanos, seamos ahora

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