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434 SATURNINO ARA escatológicas tan apreciadas por el Islam y Judaismo e inquietante interrogativo para las grandes religiones asiáticas así como también para las religiones tradicionales africanas y americanas. La concepción y presentación de los derechos del hombre, —cambio preferentemente social— , tal como nos los describen los políticos, juristas y sociólogos, no las podemos catalogar como cam­ bio religioso, aunque lo es en realidad. Se podrá reconocer que, sobre todo, la presentación de los derechos del hombre, en la acep­ ción de libertad, ha podido tener y puede seguir teniendo cierta incidencia en apreciaciones concretas, como podrían ser la del ejer­ cicio de la libertad de religión y la de expresión de la misma y poco más. En este poco más podríamos incluir el concepto y realización del servicio fraterno en los institutos religiosos y en particular el de la autoridad y, de forma muy general, el de la comunión, comuni­ cación y interrelación. El respeto y estima de la igualdad de personas y sexos es un valor que ha podido reafirmarse con el surgir en la sociedad de unas apreciaciones que invitan a luchar y apostar, no siempre con equili­ brio y acierto, por la superación de situaciones culturales o modos de ser de un pasado, como el de la dignidad de la mujer, que es un principio fundamental y básico del cristianismo. El compromiso por unas manifestaciones de vida, descrita y pro­ gramada por las leyes y normas, ha sido y sigue siendo un principio eclesial, no obstante los errores y confusionismo a los que han podi­ do dar ciertas interpretaciones o exégesis de la Biblia, que han con­ trapuesto, con tanta facilidad e irresponsabilidad, la ley a la vida, a pesar de ser expresiones de la misma Biblia y particulares de Jesús las que recuerdan que en el cumplimiento de la ley está expresado y resumido el amor a Dios y al prójimo. Los conceptos de trabajo y economía, al no ser ni responder a verdades religiosas, salvo la expresión: ganarse el pan con el sudor de rostro, no los podemos catalogar ni considerar como cambios religio­ sos. No obstante, al haber sufrido tan notables y noble evolución, en parte, debido a la Doctrina Social de la Iglesia, esos nuevos conceptos del trabajo y de la economía constituyen un reto a la vida consagrada, en particular a la franciscano capuchina con su singular valoración del trabajo y de lo económico, valoración que resulta marcadamente pecu­ liar en la presentación y encuadramiento de la pobreza.

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