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LAS CONSTITUCIONES DE LOS HERMANOS MENORES CAPUCHINOS... 433 Aunque el fenómeno cree sorpresa, perplejidad y preocupa ción ante la tarea de Evangelización, es evidente que asistimos a una recuperación de la dimensión religiosa en las personas y gru pos de la sociedad actual. No se han cumplido las previsiones secularistas de los años setenta y ochenta del siglo xx, o al menos en la modalidad prevista, como la anunciada muerte de la reli gión o la teología de la muerte de Dios. La tendencia hacia lo mágico y ocultista no quita que podamos ver en todo este fenó meno una búsqueda de la trascendencia, aunque necesite de puri ficación. Se da hoy día cierta recuperación de la dimensión religiosa y mística, una búsqueda de sentido como reacción a la tendencia postmoderna de rechazo de los valores. Paralelamente se tiende también a primar la dimensión vivencial y emocional como com ponente de la experiencia religiosa. Crece, por otro lado, la sensi bilidad por el respeto a la naturaleza (ecologismo). La vida religiosa se ve interpelada con fuerza a replantearse en la práctica el tema de la experiencia de Dios y el cultivo de la vida espiritual. Purificada ya de su espiritualismo paralizante y evasivo, la vida religiosa está necesitada de una concreción que reconcilie dimensión trascendente y compromiso real con el pobre y con la vida, atenta a las nuevas sensibilidades (ecología, religio sidad popular, feminismo...). Se pide al religioso ser maestro de espiritualidad y a las comunidades religiosas ser escuelas de espi ritualidad. Cabe incrementar el respeto contemplativo del creado (franciscanismo) para alabar a su Hacedor y compartir los bienes de la tierra en fraternidad, como freno al mercantilismo y al indi vidualismo que fomenta el reparto injusto y desigual de las rique zas» 0- M . L ec ea , «La cultura actual: ¿oportunidad o amenaza para la Vida Religiosa», en CONFER 40 [2001] 391-392). Un nuevo y profundo cambio religioso ha supuesto para nuestra época la visión que el hombre actual tiene del pecado y del mal moral, visión que le impele no sólo a atribuir sino también a culpar al Creador ser la causa de las limitaciones de las que el hombre se ve portador y víctima e incluso de las catástrofes ecológicas y humanas. Junto a esta visión se sitúa la de la idea que el hombre téc n ic o se hace de la vida y de la muerte y la de la misma visión, más for- madamente humanista y religiosa, que el hombre moderno se hace de los novísimos, en particular del juicio y del infierno, creencias
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