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426 SATURNINO ARA nimos con el denominativo de globalización o mundialización y que, la mayoría de las veces, caracterizamos no tanto por sus ventajas, sino por los enfrentamientos que están produciendo con valores que se vivían pacíficamente en el pasado y a escala local, y los desvalo­ res que vemos saltar a efecto de una agudización de los defectos que eran particulares y hoy presentamos como universales. Dejo de lado la reflexión del enfrentamiento entre los valores de un pasado localista y los desvalores, consecuencia de una uni­ versalización, globalización decimos con precisión actual, y destaco con el citado estudio de la Comisión Teológica USG, 5, «que cada vez se nos hace más claro que estamos atrave­ sando una etapa inédita de la historia. Cuando amanece el siglo xxi, el planeta parece estar haciéndose cada vez más pequeño. Bienes, dinero, personas (inmigración, turismo) ideas y contami­ nación viajan alrededor del mundo a una velocidad y escala sin precedentes. Las fotografías de la Tierra tomadas desde el espa­ cio muestran que nuestro planeta, aunque dividido por fronteras políticas, está unido por sistemas ecológicos —de lo cual somos cada vez más conscientes y responsables (globalización ecológi­ ca)— . Las redes de internet dibujan otro panorama: nuestro mundo virtual. Esta situación nueva nos interpela, nos descon­ cierta, nos deja perplejos y desafía nuestra capacidad evangélica de respuesta». Continúo con el citado trabajo de la Comisión Teológica USG, cuyo n. 8 nos recuerda que en el cambio que supone y realiza la globalización, se aprecia que: «el ser humano que transforma sus tecnologías, se ve —al mismo tiempo— transformado por ellas. Por eso, está cambiando nuestra percepción del tiempo y del espacio. El haz de relaciones que hoy podemos establecer repercute en nuestra psicología, en nuestras vivencias. Tenemos un acceso casi ilimitado e incontrola­ do a nuevos conocimientos. La información circula sin trabas. La informática nos acerca y hace que podamos encontrarnos en tiem­ po real sin necesidad de desplazarnos. Nos estamos haciendo interdependientes a nivel nacional e internacional: esto nos hace más solidarios y cercanos, pero también nos expone a manipula­ ciones y nuevas formas de dependencia».

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