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mito del dragón es conocido en la antigüedad. En la mitología grie­ ga aparece el dragón al que da muerte Apolo, y Trifón, al que Zeus imposibilita para la lucha y lo arroja al Tártaro. Del mismo modo el Antiguo Testamento describe a Leviatán (Tannin) y a otros seres malignos que tienen su sede en la tierra o en el mar (Sal 74; 13ss.; Jb 7, 12; 26, 12; 40, 15ss.). Luego la apocalíptica judía desarrolla la esperanza de la victoria final sobre los poderes del mal, a los que se experimenta como opresores45. El dragón es una serpiente grande (Ap 12, I4s.). Sabemos que en la antigüedad la serpiente resultaba un animal extraño, inquietan­ te, insidioso y peligroso. El monstruo que san Juan contempla repre­ senta un peligro serio y terrible porque amenaza la vida. El dragón es grande y rojo como el fuego y tiene siete cabezas (Ap 12, 3). Su capacidad de aferrarse y de devorar se multiplica por siete, tiene un potencial agresivo al máximo grado. Los diez cuernos representan la plenitud de su fuerza y su poder. Esta fuerza se muestra porque con un golpe de su cola arranca del cielo un tercio de las estrellas. Las siete diademas que lleva son signos de señorío y expresan su capa­ cidad de dominio (Ap 12, 3). Sus características se sintetizan en una sola idea, catástrofe y ruina46. Cuando el autor del libro describe la ruina del dragón (Ap 12, 9) y su encadenamiento (Ap 20, 2), introduce una serie de nombres que caracterizan con mayor precisión al dragón. Se le llama el «gran dragón», «la antigua serpiente», «diablo» y «Satanás», «seductor del mundo entero». Este nombre se refiere a su aparición en la Escritura y a las diversas direcciones en los que su poder golpea. El significado del dragón (la serpiente) es un símbolo de la astucia y peligrosidad. Ella no es un símbolo, sino una entidad mis­ teriosa y real, que no lucha tanto contra Dios mismo, sino contra la fidelidad de la humanidad a Dios. Esta fidelidad es combatida de manera violenta y puesta en grave peligro y cuando otros poderes se le oponen, ya ha desaparecido. Hay, por tanto, necesidad de luchar, de tener coraje para permanecer fieles al Cordero, que en DIOS Y LOS PODERES DEL MUNDO EN EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 347 45 N . W a lte r , SpaKojy, en : H. B a lz - G . S ch n eid er, Diccionario Exegético del Nuevo Testamento, 1071-1072. 46 K. S to ck , L’ultimaparola é d i Dio, Roma 1998, 98-100.

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